En memoria de Vartan “Bulig” Barceghian
Querido Bulig / Enger Djan
Fuertes lazos familiares nos unieron desde nuestra niñez. Supiste sobrellevar con entereza los grandes desafíos que la vida te impuso desde corta edad (ignorancia médica o infortunio). Niñez, adolescencia, juventud y madurez, esas etapas insoslayables de la vida las compartimos y las vivimos en profundidad.
Desde aquellas tertulias dominicales familiares, donde las anécdotas y los recuerdos del “Yerkir” estaban presentes en las voces protagónicas de nuestra abuela “Mayrig” (Iskuhi Melik Petrosian), padres, tíos y tías, las historias a veces épicas, a veces románticas, a veces musicalizadas por el tarr de tu padre Sahag y el canto del coro familiar, otras de auténtica esencia revolucionaria, nos marcaron un camino de confluencias donde se formó nuestro conocimiento de la historia de Armenia y se forjaron ideales que en nuestra adolescencia y juventud todavía parecían inalcanzables. Y cuán lejos estamos aun de muchos de ellos.
Y así transcurrieron nuestras vidas, desde que íbamos en bicicleta al Río Matanza a pescar mojarritas, los años de la secundaria en el Colegio Ward, el tiempo de tu paso por la Facultad de Derecho y tu apego al comercio familiar.
Luego vinieron los años de UJA, tu paso por aquella Comisión Central novedosa, de ideas avanzadas para la época y revolucionaria (1ª Semana de la Juventud Armenio-Latinoamericana) junto con compañeros como Tato Kevorkian, George Pushidjian, Polo Hadjian y Rubén Sirouyan, pero tan desconcertante para la dirigencia conservadora del momento, que lamentablemente no supo evaluar las consecuencias negativas de su actitud.
Así transcurrían los años y los debates ideológico-históricos se sucedían en las charlas hogareñas o de café y se iban perfilando nuestras convicciones, en las que el discurrir de la historia argentina constituía una experiencia valiosa en nuestra formación política.
Recuerdo cuán reconfortados salimos ambos de aquel encuentro que tuvimos con el Dr. Jatananassian (a principios de los 60) en su visita a Buenos Aires y la gran satisfacción que sentimos por nuestro ingreso al Tashnagtsutiún. La tarea realizada con la juventud de Flores junto con Ruben Sirouyan y Juan Arslanian, el trabajo en Rostom.
Tus profundas convicciones te permitieron tener una clara comprensión de la Armenidad, sus ideales y el devenir del Pueblo Armenio y su diáspora, motivo frecuente de tus preocupaciones.
Los relatos de las vivencias de nuestros padres sobre lo que fue la vida cotidiana y la vida política en Van-Vaspuragán, la relación de amistad que unía a nuestro abuelo Garabed Barceghian con Aram Manuguian, la participación en la epopeya de Vaspuragán en 1915, sus tribulaciones en el camino hacia Ereván para salvar sus vidas de la barbarie turca, el afincamiento y la participación en la Batalla de Sardarabad del abuelo, de tu padre Sahag y nuestro tío Agassi quien a pesar de sus 16 años tuvo la responsabilidad de ser correo entre el frente de batalla y el comando central militar. Qué generación aquella de 1918, cuánta juventud de claras ideas y cuántas realizaciones.
Así, en medio de todos éstos relatos transcurrió la vida y en cada uno de nuestros encuentros era casi una costumbre que dedicáramos un tiempo para hablar de Van o de Ereván o Tiflis, los tres sitios por donde transcurrió la vida de nuestros ancestros antes de arribar a ésta nuestra Argentina, que les dio refugio.
Tu paso y evolución por la Masonería fueron otro hito en tu vida que te dio formación y modeló tu personalidad. Tus hermanos masones lo saben bien.
En nuestro último encuentro el 1º de febrero cuando estabas en el sanatorio junto a tu fiel compañera Aida, nuestra charla volvió recurrente y animadamente sobre alguno de los temas de siempre, pero con optimismo esperábamos un buen resultado para los próximos días. Lástima que la vida, o la sabiduría médica, no te dieron otra oportunidad.
Tantas cosas en común perdurarán en el recuerdo de todos nosotros, tus familiares, tus compañeros gusagtsagán, tus “hermanos” Masones y todos aquellos quienes tuvieron la oportunidad de conocerte.
A cuarenta días de tu desaparición física, sean estas palabras una breve reseña de tu paso por este mundo, un homenaje a la memoria, en tu persona, de todos nuestros ancestros; desde los Melik Petrosian y Barseghian que junto con los Mirzakhanian, los Torkomian y Tateosian, constituyeron el circulo familiar del que recibimos el valioso legado de su identidad y compromiso.
Que la memoria nos permita transmitir a las generaciones sucesoras, esta herencia, que forma parte de la historia y de la vida de todo el Pueblo Armenio. La nuestra es la segunda generación sobreviviente al Genocidio y ya está con nosotros la cuarta generación. Los tiempos de la historia son largos y cortos a la vez.
Querido Bulig, primo hermano, familiar y compañero, tu recuerdo perdurará en la memoria y el corazón de quienes tuvimos la oportunidad de conocerte.
Arq. Pedro Martín Tateosian