El hándbol, ahora una pasión

¿Erase una vez UGA?

20 de julio de 2016

Handbol-1Hace unos días buscando cosas de hándbol encontré una nota titulada “erase una vez UGA”, la nota hablaba de las glorias deportivas del club, y como el hándbol de UGA competía en los primeros lugares de los torneos oficiales, y se preguntaba que había sido de eso. Todos cuentan en el club la época pasada, el dream team de hándbol masculino, pero a mi me gustaría hablarles un poco del presente, y de un pasado no muy lejano.

Me llamo Leandro, hijo de descendientes italianos que fue padre muy joven de Nicolás, que en la vida se cruzo con Romina, la hija de Quique e Isabel, juntos tuvimos tres nenas: Camila, Rocio y Victoria, ¿3 nenas? ¿Y el fútbol? Toda esa pasión, esa locura que puede tener un padre (varón) ver a su hijo (varón) correr detrás de una pelota, hacer las cosas que uno no pudo, llevarlo y traerlo a los partidos, ¿no lo vamos a tener? ¿No voy a poder revivir las cosas que viví con Nico?

Toda la familia comenzó a ir al club, porque la mayor inició escoutismo, a la del medio le costaba un poco más, es un tanto vaga, pero de vez en cuando se engancha y sino se va a corretear por ahí, total siempre hay algún padre que me dice, “che Lean, reté a tu hija porque se estaban tirando agua del bebedero”, y uno se queda tranquilo. Victoria, que es la más chica, es la que la pasa mejor vive de brazo en brazo y siempre alguno le da una galletita una porción de torta o un lavash, pocos lugares pueden dar tanto para una familia.

Quizá la introducción fue un tanto larga, pero es bueno saber quién escribe.

El año pasado, llegó al club la idea de comenzar con un proyecto de hándbol infantil, hándbol, me dije, ¿ese deporte que nos hacían jugar en la secundaria porque no querían que jugáramos al fútbol? La única alegría que me trajo, fue cuando le ganamos la final al 2 año curso 18 allá por los 90 porque con la 2º13 (segundatrece todo junto) nadie podía.

Una hora más entretenida, me dije, y conocimos a los profesores, Javi, Cris y Dani, que nos hablaban del proyecto y las ganas que tenían, de cual era la idea, de un montón de cosas y en mi cabeza sólo estaba la imagen de haberla visto a mi hija hacer rebotar la pelota con las dos manos.

Comenzaron los partidos y obviamente era ir a verlas perder, y yo no entendía, y la veía a Daniela apoyarlas siempre, y ellas salir felices porque si perdían 14 a 1 hablaban de ese 1 que hicieron, y yo seguía sin entender, pero algo se estaba forjando, algo que era fuerte, algo entre las chicas, la profe, los padres, los mates, las mañanas de frío. Y yo me daba cuenta que cada vez las chicas jugaban mejor y se le sumó un día de entrenamiento y las chicas iban, responsablemente con ganas, los padres acompañaban y cada vez jugaban mejor.

Y llego el receso y las chicas seguían entrenando y cada vez jugaban mejor, no sólo individualmente sino grupalmente, y se creo una subcomisión de padres para dar una mano y las chicas cada vez jugaban mejor.

Y empezó este campeonato, y las chicas definitivamente jugaban mejor, pero noté que Dani seguía siendo la misma, esa que las alentaba y apoyaba, siempre tranquila, esa que le dolía lo que pasaba en cancha, esa profe que casi podría ser mi hija, esa que no necesita gritar, me demostró que para conducir un equipo no se necesita mandar ni ordenar, se necesita convencer, y ella convenció a las chicas,  a esas chicas que… cada vez jugaban mejor, y yo entendí, me llevo tiempo, pero entendí.

Handbol-2Pasaron los partidos y las chicas ganaron todo, invictas hasta la ultima fecha, tenían que jugar el ultimo partido, fue cuando nos enteramos que era contra polideportivo Garín, aquel poderoso equipo que el año pasado nos derrotó por una cantidad de goles tal que habíamos perdido la cuenta, equipo que también hasta el momento había ganado todos los partidos y por más goles que nosotros.

La fecha se suspendió varias veces por cuestiones climáticas, lo que sumo más nerviosismo al cotejo. A ver si puedo ponerlos en situación, equipo poderoso, de visitante, ganó todos los partidos por más diferencia, para ser campeonas había que ganar, ni el empate, ni muchos menos perder servían, sólo había que ganar. Y hasta Garín nos fuimos, un muy lindo polideportivo al costado de una vía, la otra vez habíamos pasado a pesar de la incontable cantidad de goles, una linda mañana, con un sol hermoso que las madres aprovecharon, pero este sábado fue distinto, el frío pegó duro, gorros, guantes, camperas, frazadas, mates, facturas, reposeras y estaba difícil, nada alcanzaba.

El partido comenzó favorable para nosotros, y UGA se puso rápidamente arriba en el marcador, y todos dijimos, las chicas cada vez juegan mejor, 5 a 3 recuerdo que iban en un momento, pero después no sé que paso, los nervios, o las chicas de Garín que realmente juegan muy bien y el Poli arriba, bueno a pensar las cosas que le voy a decir a Cami y a las demás chicas, miren lo que crecieron, salieron segundas muy bien, pero en un país donde parece que ser segundo es un fracaso, ¿lo va a creer?, entonces el abrazo el beso en la frente y retirarnos de la cancha con el mayor dolor del mundo, ver a tu hija llorar y vos sin armas para enfrentar esa batalla, mientras pensaba todo eso, esas chicas que tienen entre 11 y 13 años empataron el partido, y ya era otra cosa, no era perder, no era ser campeones, pero ya le sumamos la frase “bueno le empataron a las campeonas”, Cande sale de la cancha con el labio lastimado, Ani tapa pelotas increíbles, los padres afuera pegados al alambrado como la primera bandeja de la Bombonera cuando hacen un gol, creo que lo vi a Jorge intentar treparlo, las madres, aquellas señoras que hasta hace un momento estaban con el matecito en la reposera tapadas con la frazadita, chau frazada, chau mate.

Yo ya no sentía el frío, ni calor, ni nada, el tiempo se había congelado, porque si lo congelábamos ahí no pasaba nada, no éramos ni felices ni tristes, era como en ese momento que la ruleta gira y todavía no marca ningún numero ganador, vamos UGA, que no decaiga, vamos que se puede, dale que no pasan, las chicas iban y volvían como si recién hubiese empezado el partido, faltando 3 minutos sacan 2 minutos a una jugadora de Garín, creo que era la 28, una de las mejores, ¿y ahora, lo vamos a buscar? pensaba, y no decía nada, porque ya la presión la tenia a 150, hacia diez minutos que estaba filmando, y nunca filmo más de un par de minutos, Cande se la da a Sol, Sol esquiva dos jugadoras y define por arriba del arquero ante la salida de un tercer jugador, barrilete cósmico de qué planeta viniste, bien no pude filmar el gol porque el grito que pegué me hizo temblar la cámara, faltaba un minuto, y ellos completaban el equipo, gamatz gamatz (despacio, despacio… en armenio), sólo había que cortar el ataque y mantener la pelota,

Dani pregunta “cuánto falta” con una desesperación que pocas veces escuche, pitazo final, invadí la cancha como un chico, sólo pensé en ir a abrazar a mi hija, a todas y decirles hoy se convirtieron en héroes, Diego se pudo controlar un poco más y mandó a las chicas a saludar a las rivales, que jugaron un excelente partido, yo pasé filmando a los padres y ahora me estoy dando el lujo de verlos y me da un poco de vergüenza ajena, pero yo no estoy detrás del alambrado porque si estuviese, seguramente estaba igual, feliz, emocionado, fui a abrazar a Dani, esa profe que podría casi ser mi hija, gracias le dije, gracias es una palabra corta pero que expresa mucho, sólo siete letras pero que a veces como en este caso se dicen con lágrimas en los ojos.

Leandro, papa de Cami, fanático del hándbol. ¡Vamos UGA!

 

Leandro Spoturno

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