¿Hay genocidios buenos y otros malos?
Acabo de ver un programa de televisión en el Canal Metro, en el cual participaba de una charla el conocido escritor Juan José Sebreli, quien en el transcurso de su exposición sobre el tema de la religión expresó que el primer genocidio de la historia fue obra de los judíos, mencionando a Sodoma y Gomorra y siguiendo por las conquistas de los pueblos vecinos en el antiguo testamento, ejemplos de esto son las conquistas a realizar por Moisés y llevadas a cabo por Josué.
Ahora este tema se ha popularizado por las novelas brasileras, desde el punto de vista de este escritor. Considera que el centro del universo es el hombre y en relación con los demás sería aceptable considerar esta postura, pero desde el punto de vista religioso y cristiano no sería así. Ahora bien, el genocidio o la pretensión de borrar a un pueblo de la tierra ¿cómo debe analizarse? Habrían genocidios necesarios o el genocidio es malo siempre, buena pregunta desde el punto de vista de quien lo expresa y de cómo lo expresa. En las charlas familiares mi hijo dio su opinión en el sentido que en la época de Moisés los judíos estaban planeando un genocidio en relación a su intención de conquistar a los pueblos vecinos bajo la excusa de decir que eran tierras pertenecientes a Abraham y debían ser reconquistadas, obviamente como mandato de lo divino, de Dios, y saben bien que lo divino es indiscutible para la cristiandad, pero no para los infieles… abro el debate.
Me gustaría que los representantes del clero den su opinión para esclarecer este tema, porque lo cierto es que la voluntad de Dios no es tema de discusión y cabe aclarar que a los que dudaron así les fue. Dice Dios que a quien es tibio “lo vomitaré de mi boca”. Esto no significa que la persona no dude, significa que sus dudas deben esclarecerse por la palabra de Dios, en definitiva por la Biblia.
Es también cierto que la historia de Noé reflejaría el “genocidio en su máxima expresión”, pero también es cierto que la dimensión de la maldad de los hombres había llegado a su máxima expresión y que había dos alternativas o destruía al mundo o creaba algo nuevo en el mundo. Yo diría que después de Dios y Jesucristo tendríamos que agradecer al gran Noé porque si no hubiera existido, hoy no viviríamos.
Siempre los que llevan a cabo los genocidios dan fundamentos tan “creativos” que realmente por lo “creativos” que son no convencen ni a ellos mismos. Siempre ha estado y está en el trasfondo el fin de eliminar a una nación, una raza, un pueblo. Siempre las razones son de carácter étnico, no cabe duda de ello. El genocidio contra los armenios tuvo esa intención, pero fíjense que dudo que pueblo más cristiano y hasta diría pacífico como el armenio exista en la tierra, porque lo que persigue hoy por hoy, no es destruir Turquía sino un reconocimiento, reparación y restitución; arrepentirse de modo simple y llano del pecado cometido contra Armenia. Que bajo diversos pretextos entre ellos los de carácter religioso se condenó a un millón y medio de armenios a la muerte.
Ahora usted -estimado lector- me dirá que los armenios están en conflicto por la recuperación de Nagorno Karabagh, pero la historia refleja que Armenia nunca armó una guerra; los demás la empujaron a ella. Desde tiempos antiguos su territorio fue invadido por distintos conquistadores porque el era el paso obligado para ingresar en otras naciones. Los armenios somos merecedores de que se haga justicia, que la vara de la justicia se exprese en toda su plenitud a favor de nuestros derechos, ¿no le parece?