Juan Arslanian: Una vida de militancia y entrega
La vida nos ofrece un innumerable número de matices. Está en nosotros abrazar aquellos que mejor nos resulten o atraigan para construir nuestro propio recorrido como personas de bien. Dentro de esa amplia gama de posibilidades muchos elegimos militar por la armenidad a través primero de nuestra incorporación a las filas de la Unión Juventud Armenia, como en mi caso. O también de otras organizaciones similares que permitían por entonces sostener nuestra identidad luchando por un ideal. Y en ese derrotero fuimos hermanándonos con otros jóvenes imbuidos de la misma savia emanada de la esencia patriótica que habíamos recibido en nuestros hogares.
Conocí a Juan Arslanian hace casi cincuenta años. Él era ya un militante hecho y derecho que trabajaba para nuestra causa sin descanso, aun al costo de postergar las naturales obligaciones de quien trabaja o estudia en la primera etapa de su vida.
Luego de intensos años de batallar codo a codo en Unión Juventud Armenia, no sólo en las actividades propias de la organización, sino también en las inevitables luchas generacionales que día a día nos ponían frente a desafíos que no siempre podíamos superar. Un temporal alejamiento hizo que nuestra amistad quedara un tanto postergada.
Pero, otra vez la militancia nos acercó. Los tiempos habían cambiado y las razones políticas de mi apartamiento habían desaparecido y entonces nuevamente tuvimos la oportunidad de luchar por lo que siempre habíamos soñado, la concreción de nuestras históricas reivindicaciones.
Juan Arslanian acaba de fallecer. Una enfermedad difícil de sobrellevar lo fue minando físicamente. Sin embargo, su espíritu partidario jamás decayó. Nunca dejó de interesarse por el devenir del Tashnagtsutiún donde supo desempeñar con gran capacidad los más altos cargos de conducción. Con su temperamento y condiciones partidarias el tiempo lo convirtió en un importante referente de los compañeros más jóvenes que supieron escuchar y comprender las recomendaciones del enguer ahora ausente.
Al comunicar su fallecimiento un compañero lo definió como una persona de ley, fiel a sus ideales y convicciones. Un luchador de la armenidad a través de las filas de la FRA, cuyo ideario marcó su rumbo y delineó sus principios y valores de vida.
Palabras más que acertadas para referirse a quien en los momentos más difíciles que atravesó la Asociación Cultural Armenia en el incalificable intento de usurpación que sufrió la institución, puso el pecho junto a todos sus compañeros para enfrentar exitosamente a un adversario desleal. Lo vamos a extrañar demasiado, no sólo sus amigos y compañeros, también lo hará nuestra organización política que pierde hoy uno de sus más valiosos integrantes.
Desde estas sentidas líneas deseamos enviar una palabra de aliento a su esposa Adriana, alguien que compartiendo el espíritu de armenidad de su esposo trabaja incansablemente en el ámbito educativo formando nuevas generaciones.
Y un abrazo especial para Germán Razmig, su hijo adolescente, diciéndole con emoción que su padre fue alguien que abrazó una idea y que hasta el fin de su vida no dejo de pelear por ella con sus mejores armas, el corazón y el alma.
Jorge Rubén Kazandjian