La condecoración de la discordia

25 de octubre de 2024

La Bula y condecoración Katolikosal otorgada semanas atrás a Carlos Varty Manoukian fue una medida desafortunada decidida por el mal asesoramiento por parte del archimandrita Aren Shaheenian, locum tenens de la Iglesia Apostólica Armenia para Argentina y Chile, quien debería promover valores justos y éticos, por sobre todo.

Este reconocimiento genera confusión y reabre heridas que aún no cicatrizaron en el ámbito comunitario e institucional debido al daño moral causado por el claro papel abyecto y divisorio del condecorado. Su accionar, junto al de otros, contribuyó a una importante fractura institucional que dañó la cohesión social y, de alguna forma, frenó el progreso comunitario a raíz de las falsas denuncias realizadas ante organismos estatales rompiendo la confianza de muchos y sembrando odio y resentimientos.

En distintas oportunidades Carlos Manoukian promovió denuncias judiciales contra la Asociación Cultural Armenia para desapropiarla de sus verdaderos socios en forma fraudulenta. Además, siendo uno de los principales directivos de la Institución Administrativa de la Iglesia Armenia, mantiene desde décadas sus listas de asociados cerradas para nuevos integrantes por lo que sus dirigentes se perpetúan en los cargos directivos y se autoeligen desde hace varios períodos.

En este contexto, es difícil entender que la máxima autoridad religiosa armenia, Su Santidad Karekín ll, Patriarca Supremo y Katolikós de Todos los Armenios, decida honrar a una persona cuya conducta fue perjudicial para la vida comunitaria, que no reconoció sus errores ni trabajó para reparar el daño causado y que, con sus acciones actuales o del pasado, perpetúa la división.

Es necesario reflexionar sobre los valores que queremos promover en nuestra colectividad y aspirar a tener dirigentes e instituciones que se respeten, que se solidaricen unos con otros a pesar de las diferencias y que aboguen por el bien común por sobre todas las cuestiones, en especial en estos momentos cruciales y difíciles para la armenidad en los que la amenaza verdadera y real está al acecho tanto en la madre patria como en la diáspora. Sólo de esta manera podremos avanzar hacia un futuro fortalecidos como colectividad.

Diario ARMENIA



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