Opinión

La diplomacia del caviar en descomposición

12 de enero de 2017

flag_of_azerbaijanDesde hace tiempo quedó claro para los analistas políticos que la estrategia del gobierno de Azerbaidján respecto a sus intereses económico-financieros y también alrededor de la cuestión de Artsaj es dirimir las cuestiones en un terreno bastante peculiar. Algunos expertos denominan esta metodología como la “diplomacia del caviar”, simplemente porque su formato es tan sencillo, como muchas veces por demás efectivo. Basta con poner la mira en los legisladores, ministros o altos funcionarios “adecuados” y luego buscar un pretexto dentro de los diferentes formatos ya establecidos -congresos-exposiciones-seminarios, etc.- e invitarlos a Bakú con todos los gastos pagos. Una vez allí, los objetivos varían porque los visitantes son conducidos a distintos puntos de interés, nunca a una región conflictiva por supuesto, reciben regalos de toda especie, además de tomar una suerte de adoctrinamiento intensivo sobre los temas que le quitan el sueño a los azeríes, ejemplo: la cuestión de Artsaj.

Pero esa práctica ya disparó el alerta a muchos entes de control parlamentario o gubernamental. Hace pocas semanas la fiscalía de Milán acusó al exparlamentario Luca Volonté de corrupción y lavado de dinero. ¿El motivo? Haber aceptado un soborno de más de dos millones de euros para, apoyado en su prestigio de defensor de los derechos humanos, abogara a favor de Azerbaidján en el Parlamento Europeo y no prosperara la votación favorable de un informe sobre violaciones a los derechos humanos en Azerbaidján. Este hecho sucedió en 2013 y la no aprobación del reporte negativo redundó en importantes beneficios derivados de la expansión de la venta de gas y petróleo a Europa.

Hace apenas unos días, un prestigioso periodista firmó una columna en Bloomberg View, un importante sitio de política y negocios internacionales, donde se refiere al “lodo” de Washington. La extensa nota (ver página dos) no ahorra calificativos contra Aliev y su gobierno por la desfachatada manera en que se manejan con los políticos y funcionarios estadounidenses.

Pero, la “diplomacia del caviar” también hizo pie en la Argentina de la mano de la llegada de la legación diplomática azerí a la Argentina. Conocidos parlamentarios nos refieren de cómo transitan los pasillos de ambas cámaras y de qué manera se relacionan con nuestros representantes en el Congreso de la Nación. El método es el mismo, calcado, invitación, visita, regalos y nuevos amigos que hablan bien de uno de los peores países en materia de respeto a las libertades individuales.

Azerbaidján utiliza sus recursos económicos -que no son pocos- para contrarrestar cualquier movimiento de contenido negativo para su política interior. En el exterior compra voluntades políticas con si se quiere apenas unas monedas. En su ámbito interior aprovecha esas visitas para “vender” a su pueblo una positiva imagen cosmopolita muy alejada de la verdad.

Para oponerse a esta todavía eficiente manera de hacer diplomacia, Armenia cuenta con muy pocas armas. Por supuesto, no dispone de los medios económicos para imitar los procedimientos azeríes, pero tampoco tiene los recursos humanos que trabajen para modificar un escenario que va virando a lo negativo todo el tiempo.

Es difícil aceptarlo, pero observando la metodología de trabajo impuesta en nuestra política exterior, no podemos dejar de pensar que si pronto no se toman las decisiones acertadas, la labor de reivindicación y reclamo de nuestras comunidades se verá seriamente afectada.

Jorge Rubén Kazandjian

 

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