La estrategia expansionista de Aliyev y la peligrosa posición de Pashinyan

07 de diciembre de 2024
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Las declaraciones del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, sobre el "Azerbaiyán Occidental" son un manual de agresión diseñado para justificar la anexión de Armenia y garantizarse la completa subordinación de su vecino. Mientras Aliyev intensifica su retórica beligerante y sus reivindicaciones territoriales el primer ministro Nikol Pashinyan, avanza por un camino entreguista que pone en peligro la soberanía y la supervivencia de Armenia.

Aliyev reclama que Armenia modifique su Constitución y garantice el "retorno" de los azerbaiyanos desplazados de su "patria histórica", una narrativa manipuladora que tergiversa la realidad histórica a sabiendas de que las tierras que denomina "Azerbaiyán Occidental" son territorio soberano de Armenia, reconocido internacionalmente. Este discurso se suma a un esquema sistemático de agresión, que comenzó con una guerra a gran escala en 2020 que terminó con la toma y ocupación de Artsaj (Nagorno Karabaj), en la limpieza étnica de armenios, el desplazamiento de más de 120.000 personas y la destrucción del patrimonio cultural armenio de toda la región.

En este contexto, el canciller armenio Ararat Mirzoyan señaló con claridad que las referencias de Aliyev al "Azerbaiyán Occidental" no son meras palabras, sino reivindicaciones territoriales que representan un preludio a una nueva agresión. Mirzoyan afirma con razón que estas declaraciones "ponen en peligro la integridad territorial de Armenia" y evidencian las verdaderas intenciones expansionistas de Azerbaiyán.

Contradictoriamente, Pashinyan parece estar dispuesto a conceder terreno tanto literal como figurativamente. En su intento de justificar un acuerdo de paz "a cualquier costo", el primer ministro armenio llegó al extremo de establecer paralelismos entre la narrativa del "Azerbaiyán Occidental" y la referencia histórica de los armenios a "Armenia Occidental", territorios históricamente poblados por armenios hasta el genocidio perpetrado por Turquía a partir de 1915. Esta comparación legitima de facto las pretensiones de Aliyev y debilita la posición de Armenia en cualquier negociación.

Peor aún, mientras Aliyev y su aliado Erdogan, que está liderando las incursiones desestabilizadoras en Siria, diseñan estrategias para despojar a Armenia de su soberanía, Pashinyan asegura a la Asamblea Nacional que "el 90% del trabajo para el tratado de paz está hecho" y que solo queda "hacer el esfuerzo final". La desconexión entre las amenazas reales que enfrenta Armenia y la postura optimista y forzada del primer ministro es alarmante. ¿Cómo se puede hablar de paz cuando Azerbaiyán condiciona cualquier tratado a cambios constitucionales y al cumplimiento de demandas absurdas?

Aliyev dejó en claro que no busca la paz, presiona hasta lograr la rendición incondicional de Armenia. Su discurso sobre el "odio profundamente arraigado" de los armenios hacia los azerbaiyanos y la "fantasía mítica de una Gran Armenia" es un intento de proyectar en los armenios las mismas políticas de agresión y odio que su régimen predica. La guerra de los 44 días de 2020, que Aliyev describe como una "celebración de la supremacía del derecho internacional", fue en realidad un episodio de limpieza étnica y violaciones masivas de los derechos humanos.

En ese sentido, esta semana se presentó un pedido ante la Corte Penal Internacional para que “se investigue y se emita una orden de arresto contra el presidente de Azerbaiyán para evitar la impunidad y "obligar al dictador Aliyev a detener sus políticas armenofóbicas a través de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad".

Está a la vista que la política de Pashinyan no solo es ingenua, sino riesgosa. Las concesiones de hoy solo abrirán la puerta a nuevas agresiones mañana. Si el gobierno armenio no se posiciona con firmeza, Armenia corre el riesgo de convertirse en un Estado fallido, despojado de su territorio y de su identidad cultural. En este contexto, es imprescindible un gran acuerdo nacional, como lo viene reclamando la FRA-Tashnagtsutiún, que trascienda divisiones políticas y priorice la defensa de la soberanía y el futuro del país, dada la magnitud del peligro que se enfrenta. Sin embargo el Primer Ministro armenio no lo entiende así.

Mientras Pashinyan persista en su política de concesiones y Azerbaiyán continúe con sus amenazas, el pueblo armenio enfrentará un futuro oscuro. Armenia debe recuperar sus prioridades con claridad y firmeza: la defensa de su integridad territorial, la protección de su pueblo y la preservación de su identidad. La supervivencia de la nación depende de ello. Cualquier otra postura será un vía libre para que Aliyev y su aliado Erdogan concreten sus planes expansionistas desencadenando nuevas tragedias para Armenia y los armenios.

Pablo Kendikian
Director de Diario ARMENIA

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