La identidad armenia según Pashinyan: un nuevo intento de separar a la diáspora de Armenia

30 de enero de 2025

Las recientes declaraciones del primer ministro Nikol Pashinyan, en las que afirma que "en la diáspora, la forma de garantizar la identidad es el Estado", abren un debate crítico sobre el rol del Estado y la diáspora en la construcción y preservación de la identidad armenia. Este enfoque, que parece minimizar o incluso descartar el papel de las instituciones y comunidades de la diáspora en la supervivencia y desarrollo de la identidad nacional, plantea serias preocupaciones sobre su visión de la nación armenia como un todo.

La historia demuestra que la diáspora no solo fue un refugio para miles de armenios que enfrentaron el genocidio sino también un motor clave para la preservación de la cultura, la lengua y los valores nacionales, incluso en ausencia de un Estado soberano, y, a lo largo de la historia, de un Estado propiamente dicho. Ignorar este hecho es desconocer un pilar fundamental de nuestra historia reciente.

¿Qué sería de la identidad armenia sin las escuelas, iglesias, partidos políticos y organizaciones comunitarias que mantuvieron viva nuestra esencia en cada rincón del mundo? Sin desmerecer la importancia de un Estado en el mundo contemporáneo, es necesario señalar que la identidad armenia se preservó, se desarrolló y hasta se construyó sin un Estado.

La afirmación de que "si no tenés un Estado, no tendrás una identidad" es equivocada en su formulación y en su mensaje. Al reducir la identidad al aparato estatal, Pashinyan simplifica una realidad compleja e ignora los desafíos y logros históricos de un pueblo que demostró, en múltiples ocasiones, que la identidad trasciende las fronteras físicas y políticas. La diáspora no es un apéndice del Estado armenio, sino una extensión viva de la nación, con su propia dinámica y su innegable contribución al bienestar de Armenia, tanto en términos culturales como económicos.

Por otra parte, el tono del comentario del Primer Ministro sobre los sueños de los armenios de la diáspora de regresar a sus tierras ancestrales es también desalentador. Más allá de las implicancias geopolíticas, la aspiración de retornar a las raíces es una expresión legítima del profundo vínculo emocional que une a nuestra nación dispersa. En lugar de desestimarlo con frases que rozan el desprecio correspondería reconocer ese anhelo de retorno como una muestra de la fortaleza y unidad del pueblo armenio.

El desafío actual no es negar el papel de la diáspora ni imponerle una identidad dictada desde el Estado, sino construir puentes que fortalezcan la cooperación entre ambas partes. El Estado tiene la responsabilidad de ser un catalizador y no debe ser un monopolizador de la identidad. En momentos de crisis nacional, Armenia necesita a su diáspora más que nunca y desvalorizar su papel es de una miopía alarmante.

Es necesario que el actual gobierno armenio abandone los discursos que inexplicablemente dividen e intentan separar a la diáspora de Armenia. Debemos apostar por una visión integradora que reconozca la riqueza de nuestra diversidad y el poder de nuestra unidad. La identidad armenia, compleja y multifacética, no pertenece exclusivamente al Estado ni a la diáspora: es el legado colectivo de todos los armenios, independientemente de dónde se encuentren.

Diario ARMENIA

Compartir: