La Institución Administrativa de la Iglesia Armenia vuelve a la presidencia de la IARA pero su compromiso genera dudas
Las Instituciones Armenias de la República Argentina (IARA), un espacio de coordinación que desde finales de 2016 reúne a las principales organizaciones de la comunidad en torno a principios compartidos, se encuentra en proceso de renovación de su presidencia. Como estipula su estatuto, el cargo es rotativo, con un año de duración, y recae sucesivamente en las ocho agrupaciones fundadoras del espacio.
Tras finalizar el mandato de la Unión Cultural Sharyum (Hnchakian), la presidencia volverá a la Institución Administrativa de la Iglesia Armenia (IAIA), que ya ocupó ese rol al inicio de la creación de IARA. Este retorno marca el cierre de un ciclo que incluyó a todas las demás agrupaciones: la FRA-Tashnagtsutiún, la Unión General Armenia de Beneficencia, Asociación Cultural Tekeyan (Demócrata Liberal-Ramgavar), la Unión Cultural Armenia, la Logia Ararat y el Fondo Armenia.
Sin embargo, la situación está lejos de ser sencilla. La IAIA (autodenominada Centro Armenio de la República Argentina), que se había alejado de la mesa comunitaria durante un importante período, aceptó retomar su participación meses atrás y asumir la presidencia tras un proceso lleno de idas y venidas.
Este alejamiento se desató tras un episodio en 2023 que dejó una marca en la relación con las demás instituciones: un exabrupto punzante de uno de los miembros más visibles de la institución que administra la iglesia armenia contra el presidente de IARA de ese momento, y palabras de desprecio hacia los jóvenes deportistas que representaron a la comunidad en las competencias Pan-Armenias realizadas en Ereván.
Lejos de las disculpas del caso, la actitud de la IAIA generó preocupación y fue vista por muchos como una muestra de mezquindad, ya que su compromiso con los principios y objetivos de la mesa comunitaria fue cuestionado. Mientras las demás instituciones trabajaron activamente para sostener esta instancia de diálogo y colaboración, la IAIA pareció haber adoptado una postura ambivalente que puso en duda su continuidad de este espacio valioso para la comunidad.
La conformación de IARA fue un logro colectivo que permitió unir esfuerzos en torno a un Consenso Básico que se centra en la búsqueda de justicia y reconocimiento por el Genocidio Armenio, la preservación de la identidad, cultura y memoria armenias, el respeto al papel de las instituciones y tradiciones comunitarias, y el fortalecimiento de la educación como pilar para el desarrollo y proyección del pueblo armenio en el mundo.
Romper con este espacio de entendimiento y de planificación estratégica no solo sería un retroceso, sino que también pondría en evidencia una falta de visión sobre la importancia de llegar a acuerdos programáticos para el bienestar y el avance comunitario.
La expectativa ahora recae sobre cómo la Institución Administrativa de la Iglesia Armenia manejará este nuevo período desde la presidencia encabezada por figuras que se repiten y parecen no tener recambio. Se espera que, en lugar de priorizar intereses particulares o adoptar actitudes divisivas, se demuestre un compromiso real con los valores que dieron origen a IARA y que, hasta ahora, fueron el motor de su permanencia.
Diario ARMENIA