La locura azerí coquetea con la catástrofe nuclear en Medzamor
Analistas sostienen que la planta puede resistir un ataque pero además está “protegida” por el sistema de defensa y seguridad aérea establecido entre Armenia y Rusia y la tecnología armamentística de ambos países.
La amenaza del vocero del Ministerio de Defensa de Azerbaiyán, Vagif Dargyakhly, de bombardear la Central Nuclear de Medzamor (o Metsamor) en Armenia, despertó rápidamente una ola de rechazo de la comunidad internacional, del Ministerio de Defensa y la Cancillería de Armenia, los gobiernos de Rusia e Irán y la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), entre otros.
La advertencia terrorista tuvo un único apoyo, previsible y patético. Turquía fue el único país que se manifestó públicamente a favor del eventual bombardeo e incluso ofreció misiles y equipo militar a su aliado Azerbaiyán para reforzar su poder de fuego.
Desde los años de la Guerra Fría se sabe que la tecnología nuclear es más bien un arma disuasiva, más que disponible para ser utilizada. El temor a su impacto devastador sobre poblaciones enteras y la diseminación de la nube radiactiva logran convencer a los gobiernos del peligro que representan. Como muestra sólo basta recordar los accidentes en la central nuclear de Chernóbyl (Ucrania) en 1986 y la fuga en la central de Fukushima (Japón) en 2011.
La reciente bravuconada de Azerbaiyán se inscribe más bien en el plano de las instalaciones nucleares tomadas como objetivo militar para actos terroristas, pese a que la central de Medzamor tiene fines pacíficos y está orientada a la generación de energía eléctrica.
La construcción de la planta nuclear se inició en 1969 con tecnología soviética y se terminó en 1971, con dos reactores VVER-440 Modelo V270 de 408 Mw de potencia cada uno, el primero de los cuales entró en operaciones en 1976 y el otro en 1980. Tiene una capacidad de generación eléctrica semejante al Complejo Nuclear Atucha y es la única central atómica de Armenia. En la actualidad provee cerca del 40% de la energía eléctrica que requiere el país.
La central está emplazada en la provincia de Armavir, a sólo 10 km de la frontera con Turquía y a mitad de camino entre Echmiadzín y Sardarabad. En diciembre de 1988 fue cerrada temporalmente debido al terremoto que asoló Armenia y que tuvo epicentro en la ciudad de Spitak, situada a 117 km al norte de Medzamor.
La central nuclear no había sufrido ninguna falla, de hecho está construida para soportar un terremoto de 9 puntos en la escala Richter – el de 1988 tuvo un pico de 6,25- sin embargo, el gobierno de Armenia decidió dejarla fuera de operación. La escasez de energía y el bloqueo unilateral decretado por Turquía en 1993 llevaron a su reapertura ese año.
Las denuncias sobre una supuesta inseguridad por la obsolescencia de la planta y el riesgo de una fuga radiactiva nunca confirmadas, más bien forman parte de la campaña sucia de Azerbaiyán y Turquía contra Armenia. De hecho, una investigación de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) determinó en 2011 que la planta es segura.
La idea fija
La amenaza de atacar la central de Medzamor en el marco del intento de avanzada azerí sobre Tavush este mes, no es la primera. En febrero de 2010 Uzeyir Jafarov, un experto militar azerí que había participado en un fallido ataque contra fuerzas armenias en Artsaj, aseguró que “las tropas de Azerbaiyán podrían ejercer represalias sobre Medzamor”.
Además, el 21 de noviembre de 2012, Mubariz Ahmadoglu, director del Centro Azerbaiyano de Innovación Política y Tecnológica, un think tank con origen en ese país, destacó que bombardear Medzamor es un acto “bastante lógico” en el marco de la guerra de Karabaj y el “el paso más efectivo para liberar los territorios”.
Pero ahora directamente fue un representante del Estado azerí quien instó a apuntar los misiles contra la central nuclear armenia.
De arranque, el plan parte de un supuesto falso. El argumento de Azerbaiyán es que sería una suerte de retaliación si Armenia decidiera atacar un objetivo civil clave en zona fronteriza como es la Represa de Mingachevir, algo que Armenia en ningún momento insinuó ni dijo tener entre sus objetivos, ni siquiera en el plano de las amenazas verbales.
En una entrevista concedida en las últimas horas a la agencia Armenpress, el ex miembro del Parlamento Europeo, el luxemburgués Frank Engel, aseguró en relación a un ataque a Medzamor: “Nadie en su sano juicio contemplaría llevar a cabo tal ataque, Azerbaiyán mismo sufriría consecuencias dramáticas, al igual que Turquía, y sus tierras se volverán inhabitables durante siglos”.
Y agregó: “Azerbaiyán es un sistema enfermo y una sociedad enferma, ya no se verían restringidos por los hilos más elementales de la decencia humana en su locura antiamenia”.
El revés de la trama
Pasada la sorpresa inicial ante la amenaza de hacer volar por los aires la central nuclear, un análisis de los factores geopolíticos en juego permite ver que la propia dinámica regional impide o desincentiva avanzar en el proyecto azerí. La primera pista la dieron algunos funcionarios de Azerbaiyán que buscaron bajar el tono a los dichos del vocero del Ministerio de Defensa, asegurando que ese país no tiene planes de atacar objetivos civiles.
“Cualquier ataque de este tipo convertiría instantáneamente a Bakú en un paria internacional, lo que podría causar que Armenia ataque represas azerbaiyanas e incluso instalaciones de petróleo y gas natural, así como llevar a la Federación Rusa, que ya tiene soldados estacionados en Armenia, a la guerra del lado de Ereván”, aseguró Paul Goble, analista de The Jamestown Foundation, con sede en Washington, y experto en conflictos étnicos y religiosos en Eurasia.
Expertos rusos en seguridad aseguran que “la central nuclear de Armenia es capaz de resistir ataques”. Basan esta afirmación en que fue construida para mantenerse en pie incluso ante un terremoto de gran magnitud (9 en la escala Richter) y la protección militar que tiene la planta.
El factor ruso aparece como vital en este juego, en especial cuando se piensa que Turquía se ha manifestado abiertamente a favor de Azerbaiyán. No es un tema menor, cuando viene escalando la pulseada por la hegemonía regional entre ambos país, en un tablero en el que también pisan fuerte Irán e Israel.
Viktor Kuzovkov, experto ruso en asuntos de seguridad sostiene que un asalto azerbaiyano a la planta no tendría éxito. No sólo porque la central puede resistir el ataque debido a su estructura, sino porque “Azerbaiyán carece de las armas para llevar a cabo un ataque efectivo, dados los recursos de armenios y rusos”.
La central está protegida por el Sistema Unificado de Defensa Aérea en la región del Cáucaso, que establece la seguridad mutua establecida hace unos años entre Armenia y Rusia. De modo que una agresión contra Ereván es percibida como una agresión contra Moscú.
En 75 años de manejo de la tecnología nuclear en el mundo sólo se conocen sólo algunos casos de ataques a plantas nucleares. Durante la Guerra Irán-Irak (1980-88) el régimen de Saddam Hussein disparó misiles en varias ocasiones contra la central iraní de Bushehr, que estaba en construcción.
El 7 de junio de 1981 la aviación israelí bombardeó la central de Osirak en Irak en el marco de la Operación Ópera, y la central de Creys Maville (Francia) fue atacada el 18 de enero de 1982 por autores no identificados. Aquí en Argentina unos años antes, el 25 de marzo de 1973, el Ejército Revolucionario de Pueblo (ERP) llevó adelante el copamiento de la Central Atómica de Atucha.
Ya en el siglo XXI, hubo temores de ataques terroristas a centrales nucleares por parte de Al Qaeda en 2001, tras el ataque a las Torres Gemelas y del ISIS en 2016. Los que sí concretaron ataques fueron otra vez la aviación israelí que el 6 de septiembre de 2007 en la Operación Orchard destruyó las instalaciones del reactor Alí Kibar en Siria, mientras que el 10 de julio de 2014 la organización palestina Hamas lanzó misiles contra el Centro de Investigación Nuclear Neguev en Israel, más conocido como Dimona.
Carlos Boyadjian
Periodista
coboyadjian@yahoo.com.ar