La versión turca del huevo de la serpiente
“Cualquiera puede ver el futuro, es como un huevo de serpiente. A través de la fina membrana se puede distinguir un reptil ya formado” dice el Dr. Vergerus, uno de los personajes de la inolvidable película de Ingmar Bergman, un clásico del cine estrenado en 1977. La película transcurre en los años 20 en Alemania, donde ya se vislumbraba el auge del totalitarismo nazi. La paradoja es que a pesar de que todo el mundo veía lo que se avecinaba, nadie previó las consecuencias finales. Es un tema que se ha repetido a lo largo de la historia: se han dejado incubar huevos de serpientes que al crecer se han vuelto incontrolables.
La invasión militar turca y la consiguiente ocupación del norte de Chipre en 1974 –a pesar de todas las resoluciones condenatorias de la ONU- ha dado lugar a una nueva “invasión” en la actualidad. Hace ya unos meses, en clara violación a los derechos sobreranos de la isla, el régimen turco ha comenzado a incursionar con barcos exploradores y de prospección dentro de la zona económica exclusiva y en las aguas territoriales de la República de Chipre, país miembro de la Unión Europea.
Como era de esperar, las reacciones contrarias a la política de Ankara no han tardado en aparecer en el escenario regional e internacional. A pesar de seguir siendo formalmente miembro de la “familia atlántica” (OTAN), las acciones unilaterales de Turquía en el muy estratégico Mediterráneo oriental han despertado de la inercia a sus “socios” europeos y a los del otro lado del océano. Ya no se trata de un tradicional conflicto entre greco-chipriotas y turcos. Un mar rico en hidrocarburos no es ajeno a los intereses de los países que lo rodean (Egipto, Israel, Grecia), ni mucho menos, a las potencias con intereses estratégicos en la región (Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña, EE.UU. y Rusia).
Ante una seguidilla de declaraciones condenatorias frente a la actitud provocadora de los barcos turcos por parte de diversos países de la región –entre ellos Armenia- así como también de capitales europeas, de los EE.UU. y de Rusia, la Unión Europea tomó cartas en el asunto con la adopción de una serie de “medidas” de carácter principalmente económico. La respuesta de Ankara fue tajante: un cuarto buque listo a perforar está hoy en camino hacia esas aguas.
La política de “contención” de Bruselas y Washington hacia el actual régimen turco no ha dado los resultados esperados hasta el momento. A la tensión creada en el Mediterráneo oriental hay que sumarle el contencioso entre Turquía y los EE.UU. por la compra y llegada de los misiles rusos S-400 y la prohibición de venta de los aviones F-35 como represalia. Y más sanciones estadounidenses, por lo visto, están a la vuelta de la esquina.
Pero aquí lo que está en juego no es sólo el desafío de Turquía hacia sus socios militares y políticos de Occidente. La paz y la estabilidad regional están amenazadas por las continuas pulseadas de Ankara, que sabe –siempre lo ha hecho- maniobrar entre Oriente y Occidente. El tema es hasta cuándo y hasta dónde se le permitirá llegar. Los “socios” europeos no olvidan sus contratos millonarios con Ankara en armamentos. De ahí la moderada reacción demostrada por ellos hasta ahora. Moscú ha encontrado la fórmula para debilitar a la OTAN y tener al régimen turco bajo su antojo. Habrá que ver cuál será en las próximas semanas, la reacción final del “estado profundo” de Washington.
La versión turca del huevo de la serpiente, de la que somos hoy testigos, no se trata ya de una película de ficción, sino de una realidad. Es una serie cuyos episodios transcurren sin pausas a la vista del mundo entero, sin necesidad de suscripción alguna.
Dr. Ricardo Yerganian
Exdirector del Diario ARMENIA
ryerganian@diarioarmenia.org.ar