Las declaraciones sarcásticas del vocero de Nikol Pashinyan
Con absoluta falta de respeto a los 100.000 armenios expulsados de sus tierras, un menosprecio por la memoria de los más de 5.000 soldados que dejaron sus vidas en el campo de batalla y de los miles de armenios que lucharon para liberar Artsaj, el presidente de la Asamblea Nacional Armenia, Alen Simonyan, declaró esta semana que la cuestión de Artsaj no existe para Armenia.
“La República de Armenia hoy no tiene ese problema”, agregó muy suelto de cuerpo Simonyan, quien hace las veces de vocero del primer ministro Nikol Pashinyan, en un intento de cerrar por completo el tema Artsaj tras la ocupación de Azerbaiyán y luego de quedar totalmente despoblada de armenios. Días atrás había declarado que mantener las instituciones estatales de Nagorno Karabaj (ya no habla de Artsaj) era una amenaza directa a la seguridad de Armenia.
¿Quién defenderá los derechos de los artasjtsí si los desplazados se quedan sin representantes? Si algo es seguro es que no va a ser el actual Gobierno de Pashinyan.
La utilización del cinismo es una práctica común del Primer Ministro armenio y contagió a sus más fervientes discípulos. Simonyan, el mismo que le escupió la cara a un militante opositor que lo llamó traidor, mandó una señal a Bakú con estas palabras indignas y trata de convencer al pueblo armenio de que Turquía y Azerbaiyán ya no son una amenaza para la seguridad de Armenia y que debe firmarse la paz. “El Tratado (de paz) está listo en un 80 porciento y seguramente su firma será antes de fin de año”, aseguró, algo que Azerbaiyán nunca confirmó.
Un Tratado de paz implica un relativo equilibrio de poder y condiciones justas. Sin embargo, la Armenia de Pashinyan está siempre dispuesta a firmar la paz con Azerbaiyán sin ninguna exigencia ni condicionamiento y se adapta a las pretensiones que le imponen sin aclarar cuáles son las exigencias armenias más allá del abstracto de los 29.800 km2 de integridad territorial que reclama sin saber aún cuál podría ser el proceso de demarcación y delimitación para definir claramente sus fronteras.
Hasta el momento los tres expresidentes, políticos y militares de la República de Artsaj secuestrados y un número indefinidos de soldados armenios siguen cautivos en Azerbaiyán sin que Ereván reclame su inmediata liberación como condición de mínima para continuar las deliberaciones. Tampoco se exige con determinación la retirada de las tropas azerbaiyanas que desde 2020 fueron ocupando estratégicos 200 km2 del territorio soberano de la República de Armenia, entre otras muchas cuestiones más específicas.
Mientras Alen Simonyan dice que sólo hay que esperar a que Azerbaiyán firme, la realidad es que hay un estancamiento en el proceso de paz en curso. Bakú rechazó la sexta propuesta de paz armenia presentada el 21 de noviembre y el ataque del día lunes, cuyo saldo fue un soldado armenio muerto, está tratando de dilatar la negociación.
Lejos de llegar a un acuerdo que lo conforme con todas sus demandas, Ilham Aliyev alegó que Armenia está ocupando ocho aldeas azerbaiyanas y exigió su devolución. Siempre listo y servil, Alen Simonyan declaró que Armenia “está dispuesta a devolver sus enclaves y ellos deberían devolver los nuestros”. “No descarto que encontremos alguna solución: por ejemplo, lo que está de este lado de la frontera se quedará aquí, lo que está del otro lado de la se quedará allí”, abordó con liviandad sobre la delicada cuestión.
"Haremos todo lo posible para que armenios y azerbaiyanos puedan vivir uno al lado del otro”, adelantó Simonyan. “Tampoco descarto que algunos armenios regresen a sus hogares en el territorio de Azerbaiyán ni que después de algún tiempo los azerbaiyanos vengan y se establezcan aquí.”, añadió en otra tanda de mensajes directos a Bakú.
Kevork Ghugassian, jefe de programas especiales del Buró de la FRA-Tashnagtsutiún y experto en Relaciones Internacionales, nos advierte que el regreso de los azerbaiyanos a Armenia será presentado por Bakú en breve en el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU dentro del concepto programa de “Azerbaiyán Occidental” con el objetivo de establecer una república autónoma en el sur del territorio de Armenia, más precisamente en Syunik. El plan, a largo plazo, será exhibido como el “derecho al retorno de los refugiados deportados de Armenia a los lugares de donde fueron obligados a abandonar”.
En otro sentido pero en línea con lo anterior, en la Argentina estamos siendo testigos de las primeras líneas argumentales de una nueva narrativa propagandística de Azerbaiyán a través del embajador Ramzi Teymurov, quien, como contó Diario ARMENIA hace unos días, aseguró que las 100.000 personas desplazadas de Nagorno Karabaj (Artsaj) "salieron por su propio gusto sin recibir ninguna presión por parte de Azerbaiyán" y que su país “nunca invadió el territorio de nadie”.
Lo cierto es que si se efectiviza lo que el Gobierno armenio está expresando con su habitual lenguaje sarcástico, que iguala los intereses propios con los del tándem turco azerbaiyano, Armenia se enfrentará a una realidad muchos más vulnerable que lo vivido desde 2018 a esta parte, desde que Nikol Pashinyan llegó al poder y trajo pérdidas humanas, territoriales y humillación.
Pablo Kendikian
Director de Diario ARMENIA