Las primeras y dramáticas lecciones de política económica que trajo la pandemia
Mientras el mundo reacciona ante la crisis sanitaria del coronovirus, emergen claramente dos enfoques para afrontar sus consecuencias: privilegiar la economía o la salud.
Quizá sea prematuro afirmar que el mundo ya no será como lo conocimos antes del brote pandémico. Sin embargo, ante esta dramática situación caracterizada como un cisne negro, es decir un escenario imprevisto y que conlleva implicancias inéditas y profundas, en los últimos días asistimos a la irrupción de dos cosmovisiones que nos interpelan filosóficamente.
Estados Unidos, Brasil y el Reino Unido han exhibido respuestas en el sentido de privilegiar medidas que apunten a minimizar los impactos profundos sobre sus economías, mientras que China, Corea del Sur, Japón, Alemania e incluso nuestro país han optado por poner a la salud pública como primer objetivo.
Se trata básicamente de una derivada de la visión vital y política de cada actor. Ante la lógica demora en encontrar una efectiva y científicamente avalada de una cura de la enfermedad, el esfuerzo de los estados para proteger lo inmediato oscilan entre esas dos líneas. ¿Qué es lo más importante, la salud o la economía? La respuesta conlleva la adopción de medidas a las que estamos asistiendo.
Lo paradójico del caso es que el primer grupo de países mencionados pregonan la defensa de su concepción diríamos liberal de sus gobiernos. Cabe mencionar que Estados Unidos abraza, tardía y casi desesperadamente y casi abjurando de esa visión, una salida que los economistas no dudarían de calificar de keynesiana: inyectar más de 300.000 millones de dólares para mitigar el impacto económico. Se trata del mayor paquete de estímulo fiscal desde la Segunda Guerra Mundial. El Estado, entonces, sí aparece en su verdadera dimensión de no dejar caer al mercado. Y eso pese a que han surgido condenables voces impulsoras de una suerte de eugenesia económica, como la del vicegobernador de Texas, para quien, los “ancianos deben sacrificar sus vidas en aras de la economía de EE.UU.” Un crudo darwinismo socioeconómico moral e ideológicamente repudiable, sin dudas.
Creemos firmemente en el rol de un Estado presente, más en momentos tan dramáticos como el que vivimos. Mientras las víctimas de una situación a la que varios analistas califican de una guerra claman urgente por la necesaria ayuda humanitaria que imponen estos tiempos, nos preguntamos si, cuando pase el temblor, seremos capaces de aprender la pandemia nos dejará otra lección, quizá la más importante a la que nos enfrentaremos: debatir profundamente cuáles son las prioridades en un mundo donde más de la mitad de la población vive con apenas dos dólares anuales de ingreso per cápita. O lo que es lo mismo, donde un puñado de supermillonarios acumulan más del 50% de la riqueza planetaria.
Juan Carlos Tagtachian
Lic. en Administración (UBA) Diplomado en Gestión Pública (UNSAM)
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