Marchar a las embajadas
El año pasado, se enfurecieron con los postergados que tuvieron la osadía de vencer. Con los habitantes de una región a la que nunca le dieron nada.
Durante décadas, Bakú relegó esa tierra. Lo poco que había lo aportaba el largo brazo de Ereván. La solidaridad entre los pueblos se declaraba, pero, en 1988, en el duro suelo de Artsaj, esas palabras se deshacían en largos inviernos.
Entonces, “Mer Hogher” se tradujo en un grito de libertad y la democracia alumbró un nuevo Estado. Las armas lo defendieron.
Los que nunca se habían preocupado por esa región, la reclamaron. No la necesitaban, pero eso no importó. Se cebaron contra los que establecieron un Estado en el país que siempre habían habitado.
En 1994 fueron vencidos y en, 2020, vencedores.
Lo proclaman como si fuera gran cosa.
Se jactan de vencer a los aniquilados de siempre, a los que, descalzos, conocieron Der El Zor. A los que alguna vez hicieron del Mar Negro su hogar y hoy viven a la sombra del Ararat sin poder tocarlo.
El poderoso suele ser circunspecto. Se cuida de exhibir su potencia; prefiere el juego de la advertencia y la disuasión.
No es así en el Cáucaso.
Incrédulos, atestiguamos el disfrute con los despojos del vencido. La burla del caído. El cautiverio del soldado que no regresa con su familia. El acoso al pastor de cabras. El corte de caminos. El asesinato ocasional.
Todos los días, desde hace un año.
El 9 de noviembre se firmó un tratado, pero la satisfacción de ocupar ciudades entregadas no parece haber sido suficiente. El 10 de noviembre comenzó el infierno. Cada día, una guerra. El aniquilamiento por goteo prolonga el goce del vencedor.
Y desde este lugar lejano nos preguntamos de qué valen todos los tratados que dignifican al hombre si esta historia no concluye.
A un año de la guerra, marchamos a las embajadas para pedir un final verdadero.
Denunciamos los repliegues tácticos que se hacen durante el día y las guerras sucias que se desatan por la noche.
No existe la paz en la tregua entre caravanas. Diciéndolo, cada uno de nosotros encendemos un fuego; reunidos, somos un incendio. Acaso no encontremos una persona que pueda obviar el calor que irradiamos cuando lo hacemos.
Aniquilación por goteo
11 de noviembre, mutilan cadáveres en Shushí. 19 de noviembre, golpean y maltratan a un ciudadano de Shushí. 22 de noviembre, decapitan a un soldado armenio. 26 de noviembre, ingresan en la mina de oro de Sotk, en Vardenis. 3 de diciembre, decapitan a un soldado en Artsaj. 3 de diciembre, destruyen monumentos y casas en Talish. 7 de diciembre, decapitan a un anciano en Artsaj. 12 de diciembre, ataque a poblados en Hadrut. 16 de diciembre, capturan a cientos de soldados armenios en Hadrut. 18 de enero, asesinan a un soldado en Hadrut. 2 de febrero, colocan carteles dando la bienvenida a Azerbaiyán en poblados de Armenia. 4 de febrero, cortan el suministro de agua en Syunik. 15 de abril, abre sus puertas el Parque de Trofeos Militares. 3 de mayo, destruyen un cementerio en Mets Tagher, Hadrut. 4 de mayo, destruyen la Catedral de Ghazanchetsots en Shushí. 12 de mayo, invasión de Syunik y Gegharkunik. 20 de mayo, abren fuego sobre Gegharkunik. 25 de mayo, asesinan a un soldado. 27 de mayo, secuestran a 6 soldados en Gegharkunik. 2 de junio, enjuician a dos prisioneros de guerra. 5 de junio, abren fuego contra pastores de la aldea de Kut, en Gegharkunik. 8 de junio, secuestran un soldado. 10 de junio, abren fuego en Gegharkunik. 2 de julio, condenan al encierro a 14 prisioneros de guerra. 14 de julio, el presidente amenaza con una nueva guerra y asesinan a un soldado en Yeraskh. 23 de julio, ataques simultáneos en los pueblos de Kut, Sotk y Azat. 23 de julio, condenan al encierro a 13 prisioneros de guerra.28 de julio, ofensiva en Sotk y Verin Shorzha; asesinan a tres soldados.29 de julio, condenan al encierro a 14 prisioneros de guerra.5 de agosto, intimidan a un niño en Karmir Shuka. 6 de agosto, ataque en Yeraskh. 12 de agosto, nuevos ataques sobre Artsaj. 16 de agosto, ataque en Yeraskh. 24 de agosto, ataque a los poblados civiles de Shosh y Mkhitarashen, Artsaj. 26 de agosto, bloqueo de la ruta que va de Goris a Vorotan en la provincia de Syunik. 6 de septiembre, abren fuego contra poblados de Martuní. 14 de septiembre, instalan controles en la carretera interestatal Goris-Kapanen Syunik.
Aquella mañana en Sardarabad, Aram Manukian habló verdades que aun reverberan en nosotros:
“Recuerden que somos un pueblo de vencidos. […] Nuestros familiares han sido sacrificados en gran número, a veces ante nuestros ojos, y a veces tan cerca que aún se puede oír su agonía. […]Cada uno de ustedes sabe muy bien lo que debe hacer: darle una victoria de la cual depende la existencia de nuestro pueblo y darnos el orgullo de no ser derrotados. Dejar que cada hombre sepa que representa más que él mismo, en este día decisivo, y debe cumplir su deber hasta el fin”.
Hace un año, todos fuimos soldados de Sardarabad y marchamos a reclamar paz para el pueblo armenio. Todavía no la conseguimos. Por eso, el próximo domingo 26 de septiembre, tenemos que volver a ganar la calle y denunciar que, en nuestra ciudad, anida el huevo de la serpiente.
Gomide Aram Manukian
Federación Revolucionaria Armenia