Marina Cardelli: “El mayor desafío es que la política humanitaria tenga una perspectiva de género”
Marina Cardelli es la primera presidenta mujer de Cascos Blancos, el organismo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de Argentina encargado de diseñar y ejecutar la asistencia humanitaria. En el contexto de la pandemia de coronavirus, el trabajo se ha modificado para dar respuesta a las necesidades del Estado Nacional.
En el marco del Día Mundial de la Asistencia Humanitaria (19 de agosto), y en un contexto de crisis mundial en que el voluntariado tomó una nueva dimensión, especialmente para la comunidad armenia, Diario ARMENIA conversó con Marina Cardelli, presidenta del organismo, sobre el trabajo que están realizando durante la pandemia y el rol de los voluntariados. También sobre el rol que tiene como primera mujer en ocupar la presidencia y las políticas en materia de perspectiva de género para la asistencia humanitaria. El 19 de agosto, además, comenzará un seminario internacional sobre la asistencia humanitaria en el marco de la post pandemia.
—¿Cómo es el trabajo de Cascos Blancos durante la pandemia y cómo fue cambiando?
—Las nuevas autoridades llegamos a Cascos Blancos el 28 de febrero. Fueron tres días hábiles antes del primer caso de COVID-19 en Argentina. Cuando recién nos estábamos acomodando y estábamos conociendo la oficina tuvimos que salir a dar respuesta. Fue un desafío bastante grande. De la misma forma que la mayoría de los países, el Estado argentino no estaba listo para una situación como la que estamos viviendo y tampoco conocían el virus. Desde Cascos Blancos hay experiencia en dar respuesta en emergencias o desastres pero no de estas características y tampoco con un despliegue de voluntarios tan grande en territorio nacional porque, por lo general, brinda asistencia humanitaria internacional sobre la base de un cuerpo de voluntarios civiles que viajan a los desastres a cumplir tareas bastante específicas. Al principio nos incorporamos a la estrategia general de repatriación que desplegó la Cancillería argentina con una tarea muy fuerte de los Consulados asistiendo a los argentinos y argentinas que estaban en el exterior y que empezaron a llegar en una coordinación muy importante con el Ministerio de Salud y con el Ministerio de Transporte. Desde Cascos Blancos nuestros voluntarios y voluntarias los recibían en los Aeropuertos Internacionales porque había mucho desconocimiento del virus y cuando llegaban no sabían qué era la cuarentena, cómo funcionaba, lo que significaba el aislamiento social, preventivo y obligatorio por haber llegado del exterior. De a poco esa necesidad fue pasando porque empezó a haber un conocimiento social acumulado de cuáles son las estrategias de prevención, de cómo nos protegemos del COVID, de cómo circula comunitariamente y, además, se empezó a desplazar el peligro. Después empezamos a poner atención en donde llegó la circulación comunitaria del virus que son los barrios populares y la zona del Área Metropolitana de Buenos Aires. Ahí también comenzamos a contribuir tanto en la estrategia preventiva, en una primera etapa, en articulación con el Ministerio de Desarrollo y la Jefatura de Gabinete que desplegaron estrategias de postas socio-comunitarias y de trabajo articulado con los voluntarios de las organizaciones en los barrios. Nuestros voluntarios trabajaban en tareas más sanitarias y de asistencia. Después, articulamos con el DETECTAR en diferentes barrios tanto de la Ciudad de Buenos Aires como en municipios de la Provincia de Buenos Aires. En algunos casos los voluntarios contribuyeron en las cuadrillas de búsqueda activa de casos puerta a puerta o de contactos estrechos, en otros casos estuvieron en los centros de testeo para ayudar a los trabajadores y trabajadoras de la salud en ese proceso de organizar a la gente y que no haya aglomeración. Ahora en algunos casos estamos contribuyendo en los centros de aislamiento para las tareas que no son de asistencia sanitaria.
Es bastante inédita la tarea que estamos desplegando como lo es para los Estados. La única tarea que tuvo una acción internacional que es la propia de la responsabilidad de Cascos Blancos fue una misión que tuvimos en Guayaquil, Ecuador, donde los voluntarios y voluntarias fueron a brindar asistencia médica y logística a los argentinos y argentinas que estaban allá con una situación sanitaria muy grave. Fuimos, no solo para que tuvieran un seguimiento médico, sino para ayudar al Consulado en todo lo que era el proceso de repatriación de esa gente que fue en vuelos militares. Ahí se coordinó con el Ministro de Defensa y la Fuerza Aérea es la que puso a disposición los Hércules para que trasladara a toda esa gente. Recién ahora que se están abriendo las fronteras, que poco a poco regresa la circulación de algunos vuelos comerciales o que otros países están empezando a buscar a sus ciudadanos estamos teniendo más tareas internacionales pero al principio nos abocamos íntegramente a la respuesta.
—Cascos Blancos firmó el año pasado un convenio con Scouts de Argentina, ¿Cómo es el vínculo con los grupos scouts y otras organizaciones de voluntarios?
—Los convenios son de colaboración. Cuando dos instituciones firman convenios generales la intención es dejar por escrito la voluntad de articular en cosas que muchas veces ya se vienen articulando. Con Scouts Argentina, Cascos Blancos tiene una historia de vínculos muy importante, es una de las organizaciones más grandes del voluntariado del país, la verdad es que hemos tenido una experiencia grande de intercambio. Tuvimos una reunión muy grata con Scouts de Argentina donde les compartimos nuestra experiencia respecto de la respuesta a la pandemia y ellos nos contaron de todas las actividades que están desplegando en todo el país sobre todo de asistencia alimentaria. Nos comprometimos a contribuir en todo lo que pudiéramos y a hacer crecer la relación que tenemos tanto en lo que tenga que ver en la capacitación y formación de voluntariado como en la ayuda que podemos brindar para lo que haga falta. Lo cierto es que estamos hoy todos en las tareas bastante sobrepasados. Hay una relación histórica que creo que tenemos todos la voluntad de profundizar.
Promovemos que las organizaciones voluntarias que accionan en la Argentina, cuando hay necesidades humanitarias en el exterior, lo hagan a través de Cascos Blancos.
Les solicitamos el aporte de voluntarios cuando el perfil de la organización lo requiere: gracias a ese vínculo nosotros intentamos ser los actores que facilitamos esa articulación. Cascos Blancos puede tener su propia base de datos pero está siempre construida sobre la base de voluntarios y voluntarias que tienen acciones cotidianas en territorio nacional a través de otras organizaciones. La hermandad, la articulación y el diálogo permanente entre las organizaciones de voluntarios de la Argentina fortalece la capacidad de asistencia humanitaria internacional del país. Cascos Blancos es la vía para la asistencia humanitaria internacional pero tiene que haber una vida activa muy diversa de organizaciones de voluntariado nacional que tienen autonomía y su propio funcionamiento y con las cuales nosotros colaboramos.
—¿Cuál es la tarea de los trabajadores del organismo?
—Trabajadores en el organismo, estables cotidianos son alrededor de 30 pero el cuerpo de voluntarios son entre 2.500 y 3.000. Por supuesto que las tareas del organismo son en muchos casos tareas de seguimiento de asistencia técnica. Nosotros somos punto focal de muchos organismos del sistema Naciones Unidas con mandato humanitario y sostenemos la participación de la Argentina en esos organismos y también en otros regionales y subregionales que tienen la tarea no solo de la asistencia humanitaria sino también de la gestión integral del riesgo. También integramos el Sistema Nacional de Gestión Integral del Riesgo de Argentina (SINAGIR) en conjunto con el Ministerio de Seguridad, de Salud y de Defensa. Los especialistas que van y que acuden a los desastres muchas veces están desperdigados en el sector privado y el sector público y son voluntarios que acuden a ayudar donde haga falta por medio de Cascos Blancos como institución.
—Sos la primera presidenta mujer de Cascos Blancos, ¿que importancia tiene para el organismo?
—Creo que es importante que haya una mujer en todos los lugares de importancia o de visibilidad en el Estado, que haya mujeres en lugares donde históricamente han habido varones es importante como proceso político y cultural. La presencia de mujeres en espacios de poder fortalece el poder de las mujeres. Eso no quita que no tengamos como Estado, indistintamente de quienes son las personas que están a la cabeza, la obligación de desplegar además políticas públicas con perspectiva de género. El hecho de que sea mujer es muy importante para la historia del organismo, de la Cancillería y del Estado. Es la primera vez que hay tantas mujeres en lugares importantes de la política del Estado. Eso es central porque fomenta que se profundice la lucha por la igualdad. Eso no quita que no tengamos que acompañar ese proceso con mucha reflexión sobre qué significa que el Estado despliegue política pública con perspectiva de género. ¿Que significa una política con perspectiva de género en términos de asistencia humanitaria? Es una pregunta que el organismo se tiene que hacer incluso si no hubiera una mujer a cargo, es importante porque todo lo que es la asistencia humanitaria internacional está bastante masculinizada, no todos los Estados tienen organismos especializados en asistencia humanitaria que se basen en voluntarios y voluntarias civiles, por lo general está bastante vinculada a los cuerpos militares o a fuerzas de seguridad. Creo que el mayor desafío es que la política humanitaria que desplegamos tenga una perspectiva de género.
—¿Cuales son los objetivos del organismo en materia de género?
—Este año tenemos el objetivo, en primer lugar de visibilizar una estrategia en la cual la perspectiva de género sea transversal. Estamos intentando llevar adelante una campaña de construcción de una base de datos de voluntarios que sea paritaria, queremos construir misiones internacionales paritarias tanto en las de asistencia técnica como los equipos de trabajo. Queremos que la presencia en todas las reuniones internacionales y en todas las tareas en terreno que tienen Cascos Blancos sea paritario. Eso no es algo que se construye de un día para el otro porque la mayoría de los voluntarios son varones, porque la mayoría de las personas que han desarrollado históricamente experiencia en la asistencia humanitaria son varones porque, por lo general, son ellos los que pueden irse de su casa durante varias semanas y las mujeres están sujetas a tareas de cuidado en su familia. La verdad es que constituirse en un voluntario de Cascos Blancos que pueda viajar al exterior en una situación de emergencia implica, para que sea una mujer, repensar la distribución social de las tareas de cuidado. Construir la condición para que haya presencia de voluntarias mujeres e incluso de la diversidad de la comunidad LGBT también es un desafío que tenemos que trabajar con mucho esfuerzo.
—Para que esto se pueda dar se necesita un cambio social también.
—Si se crean otras condiciones en el mercado de trabajo y en el Estado en general para que haya más mujeres que puedan acceder a un uso de su tiempo que no esté restringido por las tareas de cuidado, probablemente nosotros podamos profundizar nuestro trabajo de construir equipos paritarios. Eso no quita que nos hagan falta políticas de discriminación positiva. Las mujeres hemos necesitado cupo en las listas electivas, en los parlamentos, porque no es simplemente una voluntad la que transforma las condiciones o que transforma la desigualdad y además la desigualdad entre hombres y mujeres en la sociedad es estructural. Estos son impulsos que fortalecen las estrategias integrales del Estado pero que no las determinan. Por otro lado, hay algo que es indiscutible y es que en los desastres socio-naturales las más afectadas somos las mujeres. En las situaciones donde hace falta la asistencia humanitaria están muy feminizados los grupos humanos, entonces, desplegar una asistencia humanitaria con perspectiva de género es también reconocer cual es la realidad de la vulnerabilidad. La realidad es que está feminizada en general.
Sofía Zanikian
Periodista
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