Mario Nalpatian: "La identidad en las nuevas generaciones se mantiene porque hay una cuestión no resuelta del Genocidio y la viabilidad del Estado armenio"

15 de junio de 2021

Mario Nalpatian, miembro del Consejo Nacional Armenio Mundial y vicepresidente de la Internacional Socialista, brindó una entrevista al nuevo programa De acá a la China por Radio Perfil FM 101.9 del periodista Santiago Farrell, editor del diario Perfil, el 13 de junio.

Durante la nota, Nalpatian y Farrell indagaron acerca de la actualidad de Armenia y las consecuencias de la posguerra, mientras que analizaron la situación geopolítica de la región.

—¿Cómo se ve el mundo hoy desde Armenia?

—La realidad Armenia es muy compleja en estos días dada la guerra en la que quedó inmersa a partir de la agresión turco-azerí de septiembre del año pasado, una guerra que concluyó con la derrota de las fuerzas armenias y la capitulación, es una mirada pesimista de alguna manera. Pesimista porque como a todo el mundo la golpeó la pandemia. Si bien en Armenia -dentro de las calamidades que le tocó atravesar al país- la pandemia no ha hecho los estragos que ha hecho en otros lados, tiene también sus consecuencias sanitarias, sociales y económicas.

—La Armenia actual surge del desprendimiento de la Unión Soviética: ¿eso influye en como se ven las cosas?

—Inevitablemente. Se ve primero porque durante siete décadas fue un régimen omnipresente en la vida de los pueblos que integraban ese Estado multiestatal y en Armenia no fue diferente. Eso se ve en la vida diaria, si bien las primeras generaciones postindependencia han tomado alguna distancia de la influencia del idioma ruso o la cultura, la presencia de Rusia está en todos lados en Armenia. No es una presencia que genere problemas, sino que se puede convivir perfectamente.

—Rusia jugó un papel en todos los conflictos que ha tenido Armenia, pero precisamente en esta última guerra con Azerbaiyán.

—Rusia como parte integrante de la copresidencia del Grupo de Minsk, que tiene a su cargo las negociaciones para encontrar una solución pacífica, tuvo un rol destacado respecto a los otros copresidentes. Tal es así que la intervención rusa logró que el 9 de noviembre se estableciera un cese del fuego, se firmase una declaración correspondiente a dicho cese del fuego y tropas rusas hoy se encuentran en la línea de contacto de Artsaj para separar la presencia turco-azerí de las tropas armenias.

—Armenia ha denunciado que todavía hay presencia de prisioneros de guerra armenios en poder de Azerbaiyán…

—Dada la característica y el rumbo que tomó el conflicto, y la superioridad militar-estratégica que tuvo el tándem turco-azerí durante el conflicto, gran parte del territorio de lo que nosotros denominamos la República de Artsaj quedó ocupado por las fuerzas de Azerbaiyán. En estas circunstancias tanto soldados como población civil quedaron en poder de las tropas de Azerbaiyán. Azerbaiyán hoy hace un juego de extorsión respecto a la situación y el número de los prisioneros de guerra dado que pretende avanzar sobre territorio ya de la República de Armenia condicionando a ello la liberación de los prisioneros.

—Una de las cosas que has escrito que me pareció muy importante aludiendo al Genocidio Armenio, dice algo así como que hasta que no exista un reconocimiento del genocidio, Armenia no estará segura.

—Para nosotros es esencial que la comunidad internacional continúe contribuyendo a la prevención de nuevos genocidios, reconociendo el Genocidio Armenio, como también deben reconocerse situaciones que pueden pasar otros pueblos que han sido subyugados en otro momento de la historia poirque en definitiva hay una realidad que va desde lo individual a lo colectivo. Crimen impune, crimen que puede llegar a repetirse. Hay un riesgo que los armenios lo viven día a día en el suelo propio.

—Hace poco en un artículo que nos envió el Canciller turco cuando fue el reconocimiento de Joe Biden culpó de algún modo a la diáspora, dijo que la diáspora tiene una dinámica muy diferente a la de la República de Armenia porque se enfrenta a necesidades diferentes. ¿Cómo es la relación entre la diáspora y el país, tiene tanto peso como sostiene la Cancillería turca?

—Primero me gustaría hace una acotación muy breve sobre los dichos del Canciller. El Canciller debería reconocer que la existencia de la diáspora armenia es fruto del crimen perpetrado por su Estado entre 1915 y 1923. Si partiéramos de ahí seguramente arribaríamos a una conclusión diferente. En cuanto al vínculo y relación simbiótica que hay en diáspora y Armenia, es muy fuerte. Es muy fuerte porque justamente la existencia de la diáspora y el desgarramiento de los armenios de su territorio ancestral está ligado a una tragedia. Si bien pueden haber habido en distintas etapas de la historia del pueblo armenio, 4000 años, períodos en que los armenios emigraron por decisión propia, en este caso, nuestra presencia en el mundo, la presencia en Argentina es el fruto de violencia. Entonces el vínculo es afectivo pero también es un vínculo consciente de una responsabilidad que tenemos los armenios del exterior para un país que se encuentra en un espacio geográfico muy complejo, que hemos aprendido de nuestra propia historia que la complejidad de la región inevitablemente tiene consecuencias y no buenas para el pueblo armenio, pero también para muchos pueblos que habitaban esa misma región, que han sufrido consecuencias de los juegos políticos de las grandes potencias.

—¿Se puede ser armenio y argentino? ¿Hay un choque de lealtades o no las hay? Yo creo que en este mundo en el cual hay identidades excluyentes, yo veía a la identidad argentina como incluyente y decía que lo veía como un modo armenio de ser argentino. No negar ninguna de las identidades porque pueden coexistir.

—Comparto plenamente lo que decís. Yo soy fruto de esa convivencia, de esa armonía. Se puede vivir perfectamente con lealtades compartidas porque en el fondo rescatamos al ser humano por encima de la identidad. Estamos muy orgullosos y defendemos nuestra identidad, pero rescatamos al ser humano y eso es lo que nos han permitido a lo largo de los años integrarnos con las culturas o con las sociedades en la que nos ha tocado vivir. La identidad en las nuevas generaciones se mantiene porque hay una cuestión no resuelta que tiene que ver con el genocidio y con la viabilidad del Estado armenio independiente, que permanentemente está acechada.

—Para volver a este tema de cómo se ve el mundo, a veces la valoración de las personas ayuda a comprender eso. Cuando yo estaba en Armenia quedé muy impresionado cuando ocurrió lo de Ucrania. Putin estaba siendo muy maltratado por la prensa occidental por lo que había ocurrido con los separatistas y el tema de Crimea. Pero yo noté que en Armenia la realidad se veía de otro modo, que Rusia proyecta otra imagen sobre Armenia y que inclusive la imagen que se tiene del presidente Putin es distinta.

—Algo de eso hay, un poco por lo que decíamos antes de la histórica relación de Armenia y Rusia. También tiene que ver con una concepción que tal vez en occidente cuesta ver y es que nosotros desde acá vemos al mundo a partir de un eje que va de occidente hacia oriente, en el sentido geográfico de la cuestión. Pero cuando uno vive la realidad en el espacio armenio, o en el espacio post soviético, también comienza a entender que hay otro eje que funciona en aquellas direcciones y es un eje norte-sur, que no necesariamente es el que condiciona la vida diaria y las relaciones de la región. En el caso de Armenia, la ubicación geográfica y los elementos o las potencias regionales que tienen relación directa en la vida de Armenia, tienen que ver con Rusia, Irán, Turquía y Azerbaiyán. En aquella región funciona la variante occidente oriente y la variante norte-sur.

Compartir: