Martín Keskiskian, el “fotógrafo de ambos lados del puente caído”
El 19 de agosto se conmemora el Día Internacional de la Fotografía con el fin de exaltar a quienes se dedican de manera aficionada o profesional a esta disciplina que resultó esencial para inmortalizar hechos y momentos históricos. Kevork Keskiskian hace un repaso de la vida de su padre y destaca aspectos desconocidos de la pasión de Martín, un fotógrafo que documentó la vida de nuestra colectividad para los medios gráficos comunitarios del momento.
Nació en Buenos Aires un 24 de diciembre y bautizado por la Iglesia Apostólica Armenia como Հարութիւն Քեշիշեան (Harutiún), hijo de Yeprem de Hadjin y Lusatzin Tovmaian de Adaná, refugiados en Argentina desde 1913 y 1920 respectivamente.
Sus años de infancia transcurren, como gran parte de los pobres armenios, entre ambas márgenes del Riachuelo porteño, escolarizado en el Bernasconi de Parque Patricios y la Escuela Jachikian de Valentín Alsina.
Apenas cursado un primer año de comercial, debe dedicarse totalmente a la nada fácil tarea de contribuir con la flaca economía familiar.
Deambulando como dependiente en diferentes establecimientos del otrora emporio mayorista del "Once”, donde fue aprendiendo y aprehendiendo tanto habilidades como responsabilidades y ganándose el respeto de sus patrones que, llegado el momento, contribuyeron a su independencia comercial.
Cumple con el Servicio Militar Obligatorio en el Regimiento 6 de Caballería, con asiento en Campo de Mayo, como encargado del depósito de intendencia, salvando su vida a manos de su superior, Coronel De La Paz Aubone, durante la revolución del 4 de junio de 1943.
Abocado de lleno al comercio, va afianzando sueños e ilusiones futuras. Autodidacta, lector empedernido y amante de las artes, pero las prioridades siempre dejaban para más adelante proyectos de riqueza espiritual
Es en esos tiempos, cuando recibe un obsequio que lo marcaría de por vida. Habiéndolo observado y consciente de sus aptitudes el señor Hagop “Yako” Kardashian le regala una cámara fotográfica.
En 1949 contrae matrimonio con Armenia Tursarkisian, nacida en 1926 en Buenos Aires, hija de Hovsep de Hadjin y Vertaim Pushian de Sis, llegados en 1925. Nacen sus hijos, en 1951 Kevork, en 1954 Sirvart y en 1955 Harutiún.
Ya en la segunda mitad de los 50´s, la familia y sus ámbitos eran los temas aprovechados para inmortalizarlos en el celuloide, concretando las teorías tan leídas y practicándolas con las herramientas a las que cada vez más podía acceder, producto del afianzamiento material.
Comienza a extender su pasión fotográfica al terreno artístico, paralelamente a un incremento de la actividad, tanto a nivel nacional como mundial. Participó en concursos y exposiciones logrando pronto un reconocimiento que no pasa inadvertido para los que, por aquellos años, conducían los destinos de asociaciones y proveedores del comercio dedicados a la magia de “escribir con la luz”.
Es así que con un grupo de entusiastas fundan el Foto Club Marina, que se afilian a la Federación Argentina de Fotografía (F.A.F.), ya miembro de la Federation International de Lart Photographic (F.I.A.P.). Desarrollando a todo nivel la enseñanza y práctica de la maravillosa creación de Joseph Nicéphore Niépce.
Concursos de los más variados temas, Salones Nacionales e Internacionales cuentan con la participación de Martín, acumulando experiencia y superando premio tras premio.
Mientras tanto, y sin descuidar la vida de la comunidad armenia de Buenos Aires, a la que también documentó en fotogramas en todo evento importante y visitas desde la Madre Patria.
Hacia mediados de los 60´s, se anuncia la realización de una megamuestra (como se dice hoy) para promocionar la Patagonia en la Rural, que se llamo “El Sur Argentino y El Comahue” a cargo del Gobierno Nacional y la Armada Argentina. Durante la puesta en escena de la misma, no encontraban material audiovisual al nivel del objetivo y recurren al Foto Club Marina por la feliz coincidencia de algunos de sus socios. Es así que se cubre la totalidad del evento con fotografías y técnica audiovisual aportadas por el F.C.M., material de autoría de Martin Keskiskian y Horacio Ricci, quienes un año antes habían relevado fotográficamente toda la zona de interés de la muestra durante un viaje regular del A.R.A. Bahía Buen Suceso que cubría regularmente todos los puertos de la extensa costa Argentina, desde Buenos Aires a Ushuaia, habiendo sido el premio por un concurso.
La exposición fue un rotundo éxito y ante el pedido de facturación por lo aportado, Martín simplemente quiso “conocer la Antártida” a cambio. La Armada Argentina respondió amplia y generosamente.
Martín formó parte de cinco Campañas Antárticas a bordo de otros tantos buques como A.R.A. Bahía Aguirre, A.R.A. Bahía Thetis, Rompehielos A.R.A. San Martin, A.R.A. Bahía Paraíso y Rompehielos A.R.A. Almirante Irizar, fotografiando todas las bases argentinas en el Continente Blanco y las múltiples tareas donde “se hace patria”.
Esas imágenes enriquecieron y mostraron, a propios y ajenos, bellezas naturales que jamás habían visto. Tanto es así que años después, en dos grandes muestras en Ereván - Armenia, conocieron lo inimaginable: fotografías de gran tamaño que hoy se encuentran en archivos de salas y en la Galería Nacional de Armenia.
En 1968, la F.A.F. con anuencia de F.I.A.P. promueve la llamada “Embajada Fotográfica Argentina a Europa” que consistía en un largo periplo por todo el Viejo Mundo, realizando exposiciones en casi todas las grandes ciudades y visitando las fábricas de grandes marcas como Hasselblad, Leica, Rollei y más.
Conformaron dicha embajada lo más granado de los fotógrafos artísticos del país, entre los que Martín no se amilanó.
Por los siguientes treinta años, no dejaría de viajar y fotografiar. Pero aun faltaba lo que pasó a ser su razón de vivir y fotografiar, que para Martín era una misma cosa.
La madre patria Armenia y su capital Ereván
En 1972, Martín y su esposa Armenia pisan por primera vez el valle oriental del Ararat, siendo el inicio de una adictiva necesidad que iría en aumento, proporcionalmente a los meses de vivir en Armenia año tras año.
A cada temporada allí, le sucedían producciones de audiovisuales y exposiciones, tanto en los diferentes ámbitos de las comunidades armenias del Plata, como también para que fuera de ella se difundiera “la armenidad”.
Ningún evento trascendente, religioso, artístico, civil, estatal, escapó al registro fotográfico de Martín. Y así como los mostraba fuera de Armenia, a su inmediato regreso, su equipaje cargaba todas esas producciones para ser obsequiadas desde Su Santidad Vazken I, Patriarca Supremo de La Iglesia Apostólica Armenia; altos funcionarios de la República Socialista Soviética de Armenia; directores de Instituciones como Madenatarán, Galería Nacional, Museo de Historia, Museo Instituto del Genocidio; artistas y deportistas de múltiples disciplinas, o cuanto vecino armenio tuviese contacto con Martín.
Sin solución de continuidad, presidentes, ministros, secretarios de Estado, guardan recuerdos de sus vidas en fotos tomadas por Martín. Sin soslayar nuestra República de Artsaj y las Fuerzas Armadas armenias.
Paralelamente recorría las comunidades armenias diseminadas por todos los países donde existiera una Iglesia Armenia o un monumento recordatorio del Genocidio, para inmortalizarlos en sus fotogramas.
Quien fuera director de la Galería Nacional de Armenia y coordinador general de los museos de la Santa Sede de Surp Etchmiadzin, Shahen Khachatryan, decía que “Martín representa ambos lados de un puente caído” en alusión a su amor tanto por Armenia como por Argentina.
Supo tener reconocimientos en vida tales como “Ciudadano ilustre de la ciudad de Nor Hadjin”; recibió de manos del presidente Levón Ter Petrosyan la ciudadanía de la República de Armenia y el pasaporte que lo acreditaba; el Katolikós de Todos los Armenios, Vazken I, lo condecoró con la Orden de Surp Sahag y Surp Mesrop.
En 2001, año de su fallecimiento, en celebración de los 1700 años de la adopción del cristianismo como religión de Estado, la empresa ArmenTel emitió una serie de tarjetas telefónicas “chip” con imágenes de la Consagración de Los Santos Oleos por Vazken Vehapar, tomadas por Martin el 26/09/1976, proporcionadas por La Santa Sede.
Su última voluntad fue en paralelo a su vida, descansar por igual en ambos pilares del “puente caído“. Durante la Campaña Antártica 2001/2002, la Armada de la República Argentina honro el deseo de Martín trasladando sus restos en el Rompehielos A.R.A. Almirante Irizar y depositándolos en las exactas coordenadas donde yace en su Gloriosa Eternidad el Crucero A.R.A. General Belgrano y sus 323 héroes de Malvinas.
La semana del 28 de Mayo de 2003, Martín formo parte del suelo armenio por manos de Armenia, su esposa, y Kevork, su hijo, en el Camposanto del Convento Surp Gayané de la Santa Sede de Etchmiadzín, junto a su hijo homónimo fallecido en 1987 y enterrado allí por decisión de Vazken Vehapar y ratificado por Bendición de S.S. Karekin II, como reconocimiento a Martín.
Kevork Keskiskian