Negacionistas en nuestra casa
El obispo Sahak Mashalyan, patriarca armenio de Constantinopla, el pasado 14 de diciembre criticó abiertamente la resolución del Senado de los Estados Unidos que reconoce el genocidio armenio. Alegó que la aprobación por unanimidad no debe tomarse en serio, que considera “inapropiado” e “inmoral” utilizar el sufrimiento de nuestros antepasados como medio de presión estratégica, económica y política; que el pueblo turco podrá resolver el problema por sí mismo y que de esta manera Turquía y Armenia mejorarán sus relaciones.
Por otra parte, tras la adopción de dicha resolución (S.Res.150), el gobierno de Erdogan ha respondido a la expresión unánime del Senado estadounidense condenando a sus miembros por "utilizar" y "politizar" la historia. Para el Estado negacionista turco la resolución adoptada sobre los eventos de 1915 carece de conocimiento histórico y de cualquier base legal, y agrega que es uno de los ejemplos vergonzosos de politización de la historia que busca interrumpir el desarrollo positivo de las relaciones entre Turquía y los Estados Unidos.
La decisión del Senado, idéntica a la medida adoptada durante el pasado mes de octubre en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos (H.Res.296), rechaza oficialmente la negación de Turquía respecto a los genocidios que ha perpetrado contra los pueblos armenio, griego, asirio, caldeo, sirio, arameo, maronita y otros cristianos, entre 1915 y 1923. La aprobación de esta resolución, encabezada por los senadores Robert Menéndez y Ted Cruz, marca un hecho sin precedentes en la historia.
La diáspora y el Estado de Armenia han manifestado sus agradecimientos a los y las congresistas estadounidenses por apoyar al pueblo armenio en la lucha por la verdad, la justicia y la reparación.
Ahora bien, las declaraciones de Mashalian se parecen más a las del vocero de la Presidencia turca, Ibrahim Kalin, que a las de las instituciones nacionales y diaspóricas armenias. Pareciera que recogen el espíritu del discurso negacionista del Estado turco. Uno lee a Mashalian y parece estar leyendo a Erdogan. Sabiendo esto, ¿qué es realmente inmoral: la labor de parlamentarios y parlamentarias en búsqueda de la verdad o las expresiones nefastas de un referente armenio comunitario funcionales al negacionismo de un Estado genocida? Segundo interrogante: ¿quién verdaderamente puede decidir que la cuenta a saldar queda en el marco de las relaciones que eventualmente puedan existir entre Armenia y Turquía?, ¿acaso la diáspora, que en su gran mayoría es producto directo del genocidio armenio, no tienen consideraciones para aportar?
Hrant Dink fue un valiente comunicador que hasta el último día de su vida se animó a llamar las cosas por su nombre. En la misma ciudad, con las mismas condiciones, otros eligen el camino de la cobardía y la traición. Lamentable y vergonzosa posición.
Agustín Analian
Licenciado en Relaciones Internacionales
agustinanalian@gmail.com