Noventa y ocho años después de Sêvres
El 10 de agosto de 1920, en la ciudad de Sêvres -vecina a París- se firmó un importante tratado internacional que estableció el modo de llevar las relaciones entre el Imperio Otomano y el estado armenio, fundado por los sobrevivientes del plan genocida de los Jóvenes Turcos.
Este indiscutible documento, transitoriamente congelado en su aplicación, fue rubricado ese día por los representantes de varias naciones y de las partes arriba mencionadas. La República de Armenia fue representada por Avedís Aharonian y la Nación Armenia por Boghós Nubar.
El arbitraje de Woodrow Wilson, presidente de los EE. UU. Se hizo conocer cuando Armenia ya había sido ilegalmente invadida por las fuerzas irregulares kemalistas, que contaron al mismo tiempo con los pertrechos de varios países europeos y la complicidad político-militar de la Rusia soviética.
En un día de setiembre de 1920, cercano a la fecha en que la FRA-Tashnagtsutiún iba a realizar su segundo congreso general en la Armenia libre, los efectivos turcos volvieron a cruzar la tierra armenia para encarar una nueva etapa de su plan genocida.
Anteponiendo la ilusión de imponer la revolución entre los pueblos musulmanes, pasando por Turquía, el Cáucaso fue incorporado por siete décadas a la órbita de Moscú.
La demanda de las fronteras trazadas por Wilson volvió a emerger durante la Segunda Guerra Mundial y los armenios volvieron a plantear el tema de la restitución territorial. Pero las potencias vencedoras volvieron a olvidarse de los armenios.
A pesar de la traición de la diplomacia internacional, el pueblo no dejó de reclamar por sus derechos humanos conculcados. Al principio en la Diáspora y luego también en Armenia, desde hace décadas que se enseña, se recuerda y se discute el Tratado de Sêvres en el seno de nuestras comunidades.
Pero el sentido y el significado que tienen para la política internacional fueron evolucionando, trascendiendo a las circunstancias y a los protagonistas.
Es muy importante saber apreciar el valor actualizado que tiene hoy el Tratado de Sêvres para afirmar un futuro con justicia, paz y seguridad de una región cuyas fronteras no han terminado de definirse.
Debemos oponernos a quienes, ignorando a los pueblos que la habitan, siguen impulsando los poderosos intereses económicos y políticos.
La concreción de nuevos emprendimientos multinacionales no ha aplacado la voracidad de quienes siguen enfrentados por la posesión de las fuentes energéticas no renovables.
La lucha del pueblo armenio continúa. Ahora se ha sumado el pensamiento político de la Madre Patria, expresado a través de diversos partidos y agrupaciones políticas que aportan nuevos elementos de análisis y vías de solución para la Causa Armenia.
Sigue aumentando la conciencia del sentido, el legado y la vigencia del Tratado de Sêvres y se abren nuevos caminos y fuertes brechas para seguir adelante con las demandas del pueblo armenio.
Carlos Luis Hassassian
De los archivos del Diario ARMENIA