Nuevos desafíos para la armenidad

29 de diciembre de 2024

El cierre del año suele ser un momento oportuno para detenerse y reflexionar sobre los momentos vividos y las lecciones que nos dejaron. Hacer un balance de la situación armenia en este 2024 resulta particularmente doloroso. Lo acontecido desde hace cuatro largos años a esta parte nos deja un panorama oscuro que exige lucidez y determinación para seguir adelante en la defensa de los derechos de nuestro pueblo.

El éxodo masivo de más de 120.000 armenios de Artsaj (Nagorno Karabaj), tras la ofensiva de Azerbaiyán en septiembre de 2023, marca un punto de inflexión. Este desplazamiento forzado, que constituyó un acto de limpieza étnica, despojó de su población a un territorio que fue el corazón de nuestra identidad. A esto se suma la destrucción sistemática de nuestro patrimonio cultural y religioso, en una ofensiva que trasciende lo militar y se convierte en un ataque directo a nuestra memoria colectiva. Paralelamente, no podemos ignorar las recientes incursiones de Turquía en Siria y su intento de desestabilizar la región, así como las crecientes tensiones en el Líbano, que afectan directamente a las comunidades armenias.

En este contexto, surge con fuerza renovada un concepto central para la Causa Armenia: el Derecho al retorno a Artsaj, un reclamo legítimo y urgente. Así como durante décadas la diáspora trabajó incansablemente para lograr el reconocimiento internacional del Genocidio Armenio, hoy debemos unirnos en torno a este nuevo objetivo. El derecho al retorno debe mantenerse como un reclamo esencial para sostener la cuestión de Artsaj en la agenda internacional. Es estratégico.

El derecho al retorno no es una simple aspiración, está fundamentado en los principios del derecho internacional y está avalado por resoluciones de las Naciones Unidas. Representa el reconocimiento universal de que toda persona tiene el derecho inalienable de regresar a su hogar. El principio adquiere una relevancia trascendental en el caso de Artsaj ya que este histórico territorio armenio está vacío de armenios por primera vez en milenios.   

No obstante, las condiciones actuales presentan enormes desafíos. Azerbaiyán utilizó la fuerza para expulsar a nuestra gente que ahora se encuentra mayoritariamente refugiada en Armenia, mientras que 23 prisioneros armenios, entre los cuales hay 8 líderes de Artsaj, permanecen detenidos en cárceles azerbaiyanas en condiciones que fueron denunciadas como inhumanas.

La reciente resolución del Parlamento Europeo que exige la liberación de estos prisioneros y el regreso seguro de la población desplazada, debe servir como un faro para nuestra acción colectiva. Sin embargo, como señaló el excanciller Vartan Oskanian en un artículo esclarecedor, “aunque la comunidad internacional expresó su apoyo al principio del retorno, el Gobierno armenio no priorizó esta cuestión”.

En este sentido, Ilham Aliyev continúa incrementando sus exigencias y condiciones para llegar a un acuerdo de paz aprovechando la escandalosa política permisiva de Nikol Pashinyan, una dinámica que intensifica el peligro latente sobre Armenia. Los ejemplos abundan en las distintas notas que fuimos publicando en este Diario.

Por otra parte, durante la segunda mitad del año se intensificó la narrativa de Bakú sobre el llamado “Azerbaiyán Occidental”, una herramienta propagandística diseñada para respaldar demandas sobre el territorio soberano de Armenia y avanzar en el proyecto panturquista que Recep Tayyip Erdogan intenta reactivar.

El balance de 2024 puede ser sombrío pero no está exento de esperanza. Si algo demostró nuestra historia es que la unidad, la persistencia y el carácter fuerte son las claves para superar incluso las adversidades más difíciles. La diáspora y la armenidad deben mantenerse movilizadas en sintonía con las organizaciones políticas y sociales que lideraron históricamente nuestros reclamos. “Hay una comunidad poderosa alrededor del mundo que hay que movilizar”, insiste con razón cada vez que puede Luis Moreno Ocampo, primer fiscal de la Corte Penal Internacional.

Así como el reconocimiento del Genocidio Armenio fue, durante décadas, un objetivo fundamental, hoy el derecho al retorno a Artsaj debe consolidarse como el próximo gran paso en nuestra lucha por la justicia y la dignidad de nuestro pueblo, pero claro: el tiempo nos juega en contra. Debemos estar organizados, atentos y activos. El desafío es ahora.

Diario ARMENIA

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