“Pashinyan podrá conseguir una firma, pero nunca la paz, la seguridad de Armenia ni el perdón de la Historia”

17 de marzo de 2025
Foto archivo 2024

El reciente anuncio por parte de las Cancillerías de Armenia y Azerbaiyán sobre la finalización de las negociaciones para el “Acuerdo sobre el establecimiento de la paz y las relaciones interestatales entre Armenia y Azerbaiyán” genera preocupación y alarma en diversos sectores de la sociedad armenia.

El texto completo del acuerdo de paz entre Armenia y Azerbaiyán no se hizo público. Sin embargo, según las declaraciones oficiales de ambos Estados, se imponen condiciones que, lejos de favorecer una paz genuina, parecen diseñadas para debilitar a Armenia.

Aunque el gobierno de Nikol Pashinyan lo presenta como un avance hacia la estabilidad regional, múltiples voces disidentes advierten que se trata de una (otra) claudicación encubierta ante las exigencias de Bakú, lo que compromete seriamente la soberanía y la seguridad de Armenia. Las autoridades armenias negocian y hacen propuestas, pero no condicionan el diálogo, por ejemplo, al regreso de los presos y prisioneros ilegalmente en Azerbaiyán lo que revela una inquietante falta de compromiso con la justicia para los afectados.

Si bien Bakú lo describe como un proceso gradual de normalización de relaciones, en realidad el acuerdo resulta ser una maniobra engañosa que omite incluir disposiciones que beneficien los intereses armenios. Lo que se conoce del documento ignora cuestiones fundamentales ya que no establece la delimitación precisa de las fronteras, menciona la retirada de terceras fuerzas internacionales, no garantiza la salida de tropas azerbaiyanas de territorios ocupados ni aborda el retorno de los armenios desplazados forzosamente de Artsaj en la limpieza étnica de 2023. Estas omisiones deliberadas minan la posición de Armenia y allanan el camino para futuras agresiones.

Otro de los puntos más incomprensibles es la condición azerbaiyana de que Armenia renuncie explícitamente a cualquier reclamo sobre su soberanía e integridad territorial y que Ereván acepte retirar sus demandas en instancias internacionales. En ese sentido, Vartan Oskanian, excanciller de Armenia, advierte que "el jefe del Gobierno armenio no tiene autoridad para retirar las demandas de Armenia contra Azerbaiyán ante organismos internacionales ni para influir en dichas decisiones".

Para muchos analistas, las condiciones impuestas en este acuerdo equivalen a una capitulación disfrazada de paz que convierte a Armenia en un Estado más débil y dependiente. Mientras Nikol Pashinyan parece dispuesto a ceder prácticamente todo para obtener la firma, las autoridades azerbaiyanas continúan con su agenda expansionista, incrementando sus operaciones de información y denunciando falsos ataques fronterizos como una forma de preparar el terreno para una futura agresión militar. Esto deja en claro que su intención es presionar a Ereván para lograr mayores concesiones y exigencias a futuro.

La confirmación de Pashinyan sobre la concesión de una carretera que una Najicheván (territorio histórico armenio)  con Azerbaiyán es una muestra más de esta asimetría en las negociaciones. Consultado por una periodista sobre si Armenia cedería una vía terrestre como parte del acuerdo de paz, el primer ministro respondió sin titubeos: "Sí, la concederemos", dijo sin explicar más, lo que deja abierta la duda sobre cuáles son los términos exactos de la cesión o si se refería al llamado “corredor Zangezur”. Su declaración generó gran preocupación, ya que sugiere una nueva concesión unilateral sin garantías recíprocas de Bakú.

El canciller azerbaiyano Jeyhun Bayramov dejó claro que el siguiente paso será la modificación de la Constitución armenia para alinearla con el acuerdo, una tema que, puesto en el tapete por Pashinyan y sus voceros, se va naturalizando a pesar de la rechazo mayoritario de la sociedad armenia, según una encuesta reciente de Gallup.

¿Quién garantiza la paz? ¿Se puede confiar en un déspota ambicioso, criminal de guerra, mentiroso, enloquecido por el dinero y el poder, que proyecta en el territorio soberano de Armenia su sueño del “Azerbaiyán occidental”, consigna que repitió hasta la semana pasada? El acuerdo no ofrece garantías reales de seguridad ni de justicia.

La historia nos demuestra que una paz impuesta nunca es sostenida en el tiempo. La verdadera paz se construye sobre negociaciones equitativas. Se tiene que respetar la soberanía y la identidad de un pueblo que luchó por su existencia durante generaciones. El supuesto acuerdo de paz, aplaudido sin el más mínimo análisis por distintos gobiernos y organismos internacionales y que se publicó en la mayoría de los medios internacionales, no es más que una herramienta de coacción y rendición ante los intereses expansionistas de Bakú.

En esta instancia tan delicada, las voces críticas coinciden en que la verdadera solución pasa por un cambio de gobierno y por el cese inmediato de todas las concesiones a Azerbaiyán. Pero el objetivo del Primer Ministro armenio es perdurar en el poder a cualquier precio y el de Bakú es sostenerlo.

Con su habitual claridad, el excanciller Oskanian aseguró que "Pashinyan podrá conseguir una firma, pero nunca la paz, la seguridad de Armenia ni el perdón de la Historia".

Pablo Kendikian
Director de Diario ARMENIA

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