¿Por qué, Roma contra Armenia?
El suelo de la Armenia histórica fue ocupado en distintos períodos de su historia milenaria por diferentes pueblos y naciones: asirios, persas, macedonios, turcos selyúcidas, mongoles, mamelucos egipcios, romanos, árabes, bizantinos y otros invasores.
Asentado en los bordes del gran Cáucaso, los límites geográficos del país están marcados por cadenas montañosas, verdaderos caprichos orográficos que además de moldear su carácter, desde tiempo inmemorial permitieron a los armenios atalayar la meseta de Anatolia, las naciones vecinas y también registrar el paso de las caravanas de mercaderes y de ejércitos que se orientaban dificultosamente en desfiladeros cortados a pique.
Esa geografía hostil contribuyó para que el país, en cierta forma, condicionara la política de la región, de lo cual son prueba los resultados adversos de las campañas de Roma, tema sobre el que opina el historiador italiano Guglielmo Ferrero (1831-1942), en su libro “Grandeza y decadencia de Roma”: “En Asia, el poderío de Roma se basaba en el apoyo que Armenia prestaba a su posición”.
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Además de los móviles políticos, en no pocos casos, la incapacidad de algunos pueblos para progresar civilizadamente incentivó sus intentos ambiciosos de apoderarse de las riquezas naturales y de los bienes que superando la fatalidad orográfica creaban los armenios.
En relación a ese mérito étnico abundan los testimonios de viajeros que recorrieron Armenia en épocas distintas y cuyos relatos no pueden menos que dar fe de que en las regiones visitadas, sus pobladores además de satisfacer sus necesidades básicas podían disfrutar de bienes placenteros y aún, de lujo o confort.
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Es interesante, por ejemplo, lo que cuenta el griego Jenofonte (siglo V a. C.), quien en “La expedición de los diez mil” detalla las cosas buenas que encontraron los soldados griegos bajo sus órdenes, durante el prolongado y accidentado paso por Armenia:
- “…se frotaron con grasas que encontraban allí en abundancia… manteca de cerdo, aceite de sésamo, de almendras amargas y de terebinto. También encontraron perfumes sacados de estas mismas materias”.
-“… había cabras, ovejas, bueyes y aves con las crías de estos animales y alimentaban con forrajes todos los ganados. También guardaban allí trigo, cebada, legumbres y cerveza en grandes jarras…”.
- Los soldados eran agasajados “…. con grandes comilonas… no había sitio donde no les pusiesen sobre la mesa carne de cordero, de cabrito, de lechón, de ternera, de ave, con panes en abundancia, tanto de trigo como de cebada…”.
-En las aldeas los sorprendían con “…toda clase de cosas buenas, trigo, viejos vinos de olor exquisito, uvas pasas y legumbres de todas clases… abundancia de manteca de cerdo, aceite de sésamo, de almendras amargas y de terebindo… y perfumes sacados de esas mismas materias… Las habitaciones estaban bajo tierra… guardaban allí trigo, cebada, legumbres y cerveza en grandes jarras”.
Encontramos testimonios similares en “La descripción del mundo”, libro del noble veneciano Marco Polo (1254-1324) quien durante larguísimos periplos que duraron años recorrió varias veces Armenia. De paso por la “Pequeña Armenia” anotó que los hombres eran “…grandes bebedores…”; que en la costa “…hay una ciudad que tiene gran comercio, donde confluyen todas las especias que llegan del interior y los mercaderes de Venecia y Génova y de otras partes llevan allí sus mercaderías, los paños de aquellas tierras y toda clase de géneros preciados”.
De la “Gran Armenia”, relata que en dicha provincia “… se hacen los mejores bucaranes (1) del mundo”, y también, “…hay un algodón magnífico, el mejor del mundo…”.
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En los años de la República
Faltaban varias décadas para que Octavio Augusto fuera aclamado como el primer emperador de Roma.
Mientras el dictador Sila estaba al frente de la República, en el lejano Ponto crecía el dominio de Mitrídates (3), rey ambicioso que además de ocupar territorios vecinos se había aliado con piratas del Mediterráneo, hechos que despertaron la preocupación de Roma cuyo gobierno ordenó entonces que el general Lúculo (3) pusiera freno al poderío póntico.
Fallecido el rey Ardashés I el Conquistador (año 160 a. C.), lo sucederían sus hijos y Armenia iba a vivir acontecimientos que no están claros para los historiadores.
Los armenios recelaban de los partos, emparentados racialmente con Mitrídates, soberano que en poco tiempo logró un imperio que se extendía hasta el Éufrates y Atropatena (hoy, Azerbaidján).
Impotente para impedir la expansión territorial de Mitrídates, Artavadz I (año 160-115 a. C.), acordó una paz forzada; además del pago de tributos elevados, debió entregar a su sobrino Tigrán como rehén.
Tigrán II, el Grande (año 95 a 55 a.C.) creó un imperio progresista. Casado con la hija del rey del Ponto, se involucró en la guerra del suegro contra los romanos. Afianzado en el poder, aliado con los albanos (4) e iberos (5), atacó a los partos y les quitó Media y parte de la Mesopotamia.
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El ejército romano incursionó en Asia Menor, rindió a MItrídates, penetró en Armenia y venció al rey en Tigranocerta (7), la capital. El imperio de Tigrán comenzaba a derrumbarse.
Envalentonado por los triunfos, Lúculo continuó la persecución de Mitrídates pero, como el Senado le negó los refuerzos que solicitaba, viendo que se le recortada la autoridad a su jefe, las legiones se desbandaron.
A causa de ello, el Senado entregó el poder militar a Pompeyo. Aprovechando las derrotas del rey armenio, el nuevo general propuso al rey de Partia una alianza contra el hijo de Tigrán. Ocupada Armenia y sitiada Artashat, las fuerzas de Partia y Roma vencieron al rey armenio.
Pompeyo se mostró magnánimo y le permitió conservar el título de “Rey de reyes” pero, perdió los territorios conquistados y debió hacer el elevadísimo pago de seis mil talentos (7 ).
Armenia vencida reconocía el poder soberano de Roma. Sin embargo, en el futuro, a causa de su posición geográfica, las arrolladoras cohortes (8) romanas no iban a avanzar más allá del Éufrates.
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En los años del Imperio
Iniciada la era cristiana, en el año 27 d. C., Octavio Augusto fue proclamado Emperador.
Gracias a sus embajadores, hasta en el lejano Cáucaso se buscaba la amistad imperial. Sin embargo, la paz existente no podía ocultar las noticias de turbulencias políticas en Germania y en otras regiones del Imperio. Roma tenía presente las luchas no lejanas que protagonizara en Oriente. Sus planes de anexar Partia y Armenia seguían vigentes. La importancia estratégica de este último país era notoria ya que desde sus mesetas se dominaba Capadocia, Mesopotamia y Siria, y su territorio montañoso era surcado por antiquísimas rutas comerciales.
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El emperador Claudio murió envenenado y el año 54 d. C. lo sucedió Nerón, su hijo adoptivo. El nuevo emperador era un personaje sanguinario que la historia recordaría por sus vicios abominables, crímenes y locuras, tal como lo registra con lujo de detalles el historiador Cayo Suetonio.
Desde el año 34 a. C. Roma venía enfrentándose con Armenia, en conflictos que también involucraban a los partos. Las legiones romanas tomaron e incendiaron Artashat, capital del reino y Trdat, hermano del rey de Partia, huyó.
Convencido de la imposibilidad de doblegar la resistencia armenia, el general Corbulón sugirió a Nerón el retiro de las tropas del territorio armenio y que Trdat debía recuperar el trono como “amigo y aliado de Roma”. El Emperador rechazó esos planes y reemplazó al general por Peto, gobernador de Capadocia.
El nuevo comandante se propuso destruir Armenia y hacerla tributaria de Roma. Sus tropas entraron a sangre y fuego; ocupado el territorio, acamparon en Rhandea. Unidas las fuerzas de Partia y Armenia bajo las órdenes de Vasak, derrotaron al ejército romano. Ante la inminencia de pérdidas totales, humillado por la derrota, Peto solicitó la rendición y luego de devolver el botín de lo saqueado a las poblaciones armenias, se retiró con sus legiones.
Ante la reciente derrota, Nerón confió nuevamente el mando a Corbulón quien, además de conseguir el sometimiento por las armas, debía solucionar los temas pendientes con Armenia. La prepotencia romana volvió a encontrarse con la indomable resistencia armenia y ante los reveses sufridos y rendido su ejército, Corbulón ofreció la paz a Trdat.
El tratado firmado el año 64 d. C. estableció que las tropas de Partia y Roma debían abandonar Armenia. Se reconocían las fronteras tradicionales y a Trdat como rey. El Imperio podía mantener una guarnición y se comprometía a reconstruir a Ardashat incendiada años antes. Y una cláusula sorprendente: se invitaba a Trdat con su corte, a visitar Roma a costa del erario público; allí serían presentados a Nerón.
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Luego de un siglo de enfrentamientos, el acuerdo consagró la regla de la sucesión en el trono: los reyes de Armenia serían de la familia real de Partia y elegidos con el beneplácito de Roma.
Armenia, lazo geográfico entre Oriente y Occidente, se aseguraba la convivencia amistosa con dos vecinos de los que siempre había recelado: Roma y Partia.
¡Cómo Armenia pudo quebrar las ambiciones de sus invasores, vecinos o no!
Quizá sirva para explicarlo lo que escribió León Zaven Surmelian (1905-1995), escritor armenio-norteamericano nacido en Trebizonda, que en 1922 se mudó a EE. UU., país en el que publicó libros en inglés, uno de ellos de cuentos populares de Armenia.
Los párrafos del escritor que se transcriben, no son un análisis psicológico o sociológico. Más bien parecen una mirada antropológica sobre nuestra etnia, sobre los injustos “castigos” que durante siglos infligieron a los armenios otras etnias envidiosas de su coraje para vivir, del progreso civilizadamente ganado.
Escribe Surmelian: “Los armenios somos los locos que hemos quebrantado las intenciones criminales de nuestros vecinos, no desde 1915, cuando el Imperio Otomano resolvió eliminarnos de sus propios territorios con su máquina militar, asesina y genocida, sino desde mucho antes.
Los armenios tenemos muchos siglos de historia y experiencia de barbarie opresora, de imperios sólidos y avallasadores, imperios antiguos ya han desaparecido, que se han derrumbado, sea el Imperio Medo, Persa, Romano, Alejandro Magno,…Afortunadamente no pudieron quebrar nuestra identidad.
Tal vez en alguna mente surja la pregunta obvia de por qué ha sido asi .De por qué la historia tuvo que ceder su privilegio de ser predecible en cuanto a la consecuencia de la persecución, la opresión y muerte que rodean a un pueblo o a una familia, o a una persona. De por qué esa circunstancia adversa no logró doblegar al armenio. ¿Qué sucedió en el alma de los habitantes de ese rincón olvidados del planeta, en ese territorio pedregoso y árido? ¿Qué fuerza misteriosa logró tensar el arco de las defensas espirituales de estas personas? ¿Por qué no lograron desmoronar la resistencia de este pueblo cuando otros pueblos cedieron inmediatamente a la fuerza opresora? No lo sé, pero alguna fuerza incomprensible debió estar alimentando esas mentes y esos corazones.
Es un fenómeno que desafía el entendimiento y el razonamiento humanos. Por razones conocidas o desconocidas, los armenios han subsistido como nación e identidad durante dos mil años. Es imposible aún para un filósofo de la historia explicar un acontecimiento de esta naturaleza.
Pareciera que Dios nos haya señalado con el Dedo o nos haya protegido con escudos espirituales impenetrables pero de poder real, que el común de las personas no alcanzamos a ver, que no se distinguen a simple vista. Es una buena noticia saber que eso seguirá siendo así, que Dios continuará la obra que ha comenzado en nosotros.
Esos actos criminales llevados a cabo ante los complacientes ojos dse grandes potencias europeas que se consider4an héroes de los derechos humanos… a nadie le interesó limpiar las páginas manchadas de sangre inocente de nuestro pasado, de nuestro genocidio. Actos que reducen la civilización al más bajo nivel de humanidad. Afortunadamente, aquello que nos alimenta no es de este mundo”.
“El armenio es un temerario, un transgresor que ha sobrevivido a las reglas. Somos un pueblo no sólo de héroes, sino de mártires”.
1/ bucarán: tejido finísimo multicolor, de seda o lino
2/ Mitrídates: soberano de más de veinte naciones, conocía el idioma de cada una de ellas. Durante años ingirió diferentes venenos en pequeñas dosis para tornarse inmune a la acción de los mismos.
3/ Lúculo: general romano que luego de combatir contra Armenia llevó el cultivo del damasco (“prunus armeniaca”) a Roma.
4/ albanos: habitantes de Azerbaidján.
5/ iberos: habitantes de Georgia.
6/ Tigranocerta: capital del reino armenio edificada y embellecida por artesanos de Cilicia, Capadocia y Grecia.
7/ talento: para el valor de esta moneda, téngase en cuenta que el talento griego equivalía según el caso, a 26 kg de oro o de plata.
8/ cohortes: formaban el ejército romano dos legiones de 4200 infantes, y cada una se dividía en diez cohortes.