“Quiero ir a atender a los pibes que en Armenia no acceden a la salud”
El médico pediatra Carlos Kambourian, director del Hospital Pediátrico de Malvinas Argentinas, hace dos años viajó a Armenia a conocer la situación sanitaria del país y a su regreso comenzó una labor a distancia a través de la Fundación del Centro de Estudios Infectológicos.
Observa que el acceso a la salud es la problemática más grave de Armenia y que se dificulta aún más porque “no hay decisión política”.
Por Luciana Aghazarian
Buenos Aires (Diario ARMENIA).- Nieto de armenios, hizo la secundaria en el Colegio Armenio de Vicente López, pero se graduó en pleno contexto de la guerra de liberación de Nagorno Karabagh, por lo que no pudo hacer su viaje de egresados a Armenia. El “gusto” se lo sacó hace dos años, ya recibido de médico pediatra y con una larga trayectoria a pesar de su corta edad. Comenzó su residencia en Pediatría en el Hospital General de Agudos "José A. Penna" y una búsqueda vocacional lo llevó al único hospital que por entonces existía –hoy son 12- en el Municipio de Malvinas Argentinas, provincia de Buenos Aires, donde su padre tenía una fábrica textil.
Así pasó de la ciudad al conurbano bonaerense, y de residente, rápidamente, a jefe de Pediatría y, luego, a colaborar en el diseño y armado del hospital del cual es director hasta la actualidad. “Cuando llegué éramos muy pocos y fui creciendo junto con ese desarrollo que se fue dando en el área de salud de Malvinas Argentinas. Tuvimos que crecer a la par”, relata Carlos Kambourian.
Este crecimiento generó que por su trabajo tuviera que viajar a conocer distintos sistemas de salud en el mundo para replicar a nivel local. En 2013 tuvo la posibilidad de elegir su destino y optó por Moscú, Rusia, con la firme idea de hacer escala en el país de sus orígenes. De este modo, guiado por la Fundación del Centro de Estudios Infectológicos –presidida por Daniel Stamboulian-, se empapó de la situación sanitaria del país y hoy colabora a distancia con la sede armenia de la Fundación.
¿Qué zona de Armenia recorriste y con qué te encontraste?
Al taxista que me hacía todos los recorridos por Ereván y alrededores, le pedí que me llevara a casas particulares para hablar con la gente y me encontré con personas desesperadas por no tener acceso a la salud. Saben que hay hospitales pero no tienen llegada. Estuve, por ejemplo, en Arení, un pueblo vitivinícola muy pequeño donde se curan con el curandero del pueblo, con una señora que sabe más que otra y a veces llegan al hospital cuando la enfermedad ya está avanzada.
¿Cuál es la problemática más importante que detectó a nivel sanitario?
Estuve diez días en Armenia y lo primero que hice fue empaparme de la problemática en salud con el equipo de Daniel Stamboulian. Y por lo que vi y me transmitieron las dificultades son bastante fuertes y lo más difícil es que no hay una decisión política de resolver nada.
Por empezar los mayores de seis años deben pagar la consulta de salud que sale más o menos 50 dólares y un obrero gana alrededor de 400 dólares al mes. El tema es que un médico gana 150 dólares al mes, por lo que, a pesar de que el sistema es público, para que el médico atienda bien, y además para que quiera quedarse en Armenia, los pacientes tienen que pagar. Está implícitamente establecido así. Esto está por fuera de la ley, pero en lo concreto está muy masificado que la gente le pague al médico.
Entonces, por un lado, a los médicos los mantiene la población, no el Estado, y por el otro los hospitales están abarrotados porque algunos médicos para poder atender a los niños gratis los internan por cualquier síntoma considerándolo una urgencia, solo para que puedan acceder a la salud. Los médicos tienen muy buena formación en universidades de Moscú, pero no tienen buenas herramientas. Hay muestras de análisis de sangre que deben enviarse a Moscú para diagnosticar una leucemia y eso dilata el tratamiento. Para diagnosticar una neumonía, por ejemplo, tardan una semana.
¿De dónde proviene la mayor demanda?
Sobre todo hay mucha demanda de la frontera. Chicos de 14 que llegan con heridas de armas o con ántrax. A mí me llevaron a la frontera y el auto que me transportaba pasó rápido porque estaban en pleno tiroteo. Pero así como me encontré con esto fue muy grato ver el desarrollo que se logró en la zona también.
¿Qué avances te sorprendieron?
Al conserje del hotel en el que me hospedé le pregunté si robaban y para qué lado no me convenía ir, y no sabía de lo que le estaba hablando. La gente allá sale todas las noches a caminar hacia la Plaza de la República, hay unas aguas danzantes musicalizadas, iluminadas, -el mejor show de aguas danzantes que vi en mi vida-, y nadie le roba a nadie. Vi un gran auge del comercio con todas las marcas mejores del mundo y un crecimiento en la industria del vino. No vi gente en la calle pidiendo ni en Ereván ni en los pueblitos de alrededor. Tampoco vi droga. La gente juega al ajedrez en la calle, hace música, se divierte.
¿Qué proyectos trajiste de tu visita a Armenia?
La bronca que me transmitieron las personas con las que hablé es que cada vez está habiendo más casinos y mansiones de gente de mucha plata que se va a atender a Moscú y el resto queda librado al azar. Entonces, tengo muchas ganas de armar grupos y salir a ayudar a los pibes que sin salud no tienen futuro. Moscú, por ejemplo, tiene una gran población de médicos armenios y son, justamente, médicos que no se quedan en Armenia.
Creo que lo que hay que hacer es lograr una buena inversión en salud y desde afuera en vez de mandar dinero, mandar mano de obra para trabajar allá, llevar herramientas, trabajar. El crecimiento actual viene más que nada de un apoyo externo, y sobre todo mucho apoyo argentino.
Lo que hace Stamboulian es fabuloso yendo cada dos meses a Armenia y armando congresos de medicina que nuclean a todos los médicos armenios del mundo.
Actualmente, estoy tratando desde Malvinas Argentinas de hacer salud a distancia: analizar ecografías, conferencias, etc. Si hubiera más empresas que apoyaran estos proyectos sería ideal.
Mi sueño es ir a atender allá durante quince días. Esa es mi máxima inquietud, porque de ahí van a surgir cosas más profundas. Es una inversión muy grande, pero ojalá lo pueda hacer algún día.