Raffi Donabedian del Buró de la FRA-Tashnagtsutiún: “Lo que recogemos de los distintos gobiernos es que no pueden exigir más que lo que el propio gobierno armenio quiere”
El Ingeniero Raffi Donabedian, del Buró de la FRA-Tashnagtsutiún, visitó Buenos Aires para participar de la 81° Asamblea del partido de Sudamérica. En conversación con Diario ARMENIA habló de la situación geopolítica de Armenia y de los desafíos para el futuro. Donabedian, de 56 años, es oriundo de Beirut, Líbano y vive desde su juventud en Montreal, Canadá.
—¿Cuál es según tu visión la situación política de Armenia?
—El gobierno actual, con el Primer Ministro a la cabeza, está llevando a Armenia hacia una nueva dirección y, en nuestra evaluación, este acercamiento del gobierno con Occidente ocasionó un deterioro en las relaciones con Rusia. Esta situación trajo aparejado grandes cambios en la geopolítica del sur del Cáucaso porque este intento de empujar a Rusia de la región no es aceptada por Moscú que, obviamente, quiere mantener su presencia. Probadamente, la guerra del 2020 es una derivación de esta política porque si el Primer Ministro se hubiera acercado de otra manera al tema se podría haber evitado. Ahora, en esta situación, el Gobierno está intentando firmar un acuerdo de paz con Azerbaiyán y normalizar las relaciones con Turquía, temas u objetivos que no son fáciles, en especial el tema con Azerbaiyán que, en relación a Artsaj, a Syunik y a Armenia en general, se comporta agresivamente y demandante y expone a nuestro país y a nuestro pueblo frente a grandes peligros. Creemos que el actual gobierno perdió la centralidad de sus propios intereses, que está bollando a la deriva, lo que nos pone en una situación de total vulnerabilidad, insisto con esto. Pashinyan y los que lo rodean sólo se concentran en seguir en el poder y las fuerzas externas lo sostienen para seguir con el plan.
—¿Por qué volvió a ganar Nikol Pashinyan en las elecciones anticipadas del 2022?
—Lo primero que hay que marcar es que la mayoría del pueblo no asistió a votar. Participó sólo un 40% en las últimas elecciones, algo que para los parámetros occidentales es muy bajo. Incluso si fuese un 60% sería muy bajo. Creemos que la ciudadanía no quería votar y que tampoco vieron una opción en la oposición. Creo que esa fue la principal causa del resultado de las elecciones. Cuando ves las encuestas de opinión encontrás mucho desagrado en relación a los temas de seguridad nacional y de Artsaj.
Los acercamientos con Turquía y Azerbaiyán no son aprobados por la gente y el porcentaje de aprobación que tiene el gobierno está entre el 20 y el 30% aunque si ves los números de la oposición son más bajos aún. En países como Armenia (ex soviético), donde el gobierno tiene todas las llaves de la maquinaria estatal de las elecciones, la transparencia deja mucho que desear. Acá quiero unir al tema democrático que hablábamos antes. A decir verdad, en los últimos 30 años, desde la independencia del país, los distintos gobiernos no lograron mejorar los mecanismos electorales ya que siempre utilizaron todos los resortes estatales para ser reelegidos y el actual gobierno no fue distinto. En Armenia no hubo cambios de gobierno por vía electoral, los cambios fuero por otra vía.
Por otro lado quiero decir que cuando Nikol Pashinyan llegó al poder tras la Revolución de Terciopelo, lo hizo con un discurso muy duro en defensa de Artsaj, criticando a Serzh Sargsyan por el ataque de Azerbaiyán de abril de 2016, resaltando que no estaban preparados y que se perdieron muchos territorios, etc. Hay que señalar también que el Primer Ministro llegó con un discurso anticorrupción con la promesa de que iban a llevar a Armenia hacia un camino de mayores niveles democráticos. En este asunto quisiera dejar en claro que están gobernando hace cinco años y que los niveles de mejoramiento democráticos que miden los distintos organismos internacionales no mejoraron. El gobierno no hizo lo que prometió y, muy por el contrario, está persiguiendo a la oposición dentro y fuera de la Asamblea con presiones personales, algo que es inadmisible.
—¿Cómo es la situación geopolítica en la región?
—Lo de Crimea fue un alerta para Occidente. Se sumó la pandemia y la guerra de Ucrania que aceleraron el proceso de desconfianza del Este con respecto a Rusia.
Rusia deja que entre Turquía en el Cáucaso Sur porque hoy la guerra es en contra Occidente y sus fronteras del Este están cerradas. Necesita a Turquía y a Azerbaiyán. Rusia sabía que Armenia no podía ir muy lejos sin ella por una cuestión de seguridad nacional y por la dependencia económica. En el último período ellos necesitaron más a Turquía por estas circunstancias para trabajar en conjunto pero no sólo en el Cáucaso Sur sino también en el norte de África, en Medio Oriente. A Rusia le conviene que Turquía sea exitosa para no permitir que Europa entre. En el esquema de 3+3 que propone Turquía entraría Rusia, Azerbaiyán, Irán, Armenia, Georgia y la propia Turquía y de esta forma resuelven dejar afuera a Europa y a los EEUU. Esa es la disputa regional de hoy.
Quiero remarcar la posición de Georgia en especial en el tema de la guerra con Ucrania. Ellos son muy cautos en ese tema, incluso no tomaron la misma posición de Occidente, algo que no cayó muy bien. Ellos no están conformes con las posturas de Georgia que no quieren entrar en el juego anti ruso. Hace 10/12 años atrás Georgia era la apuesta en la región. El caso de Armenia es distinto, si bien está tomando una postura crítica de Rusia también hay que tener en cuenta que Occidente no quiere que avancen las relaciones con Irán algo que Armenia no puede aceptar. Los países occidentales ven en Nikol Pashinyan un buen aliado pero no porque estén preocupados para que en Armenia se profundice la democracia sino por una cuestión geopolítica y les viene bien que tanto Rusia como Irán tengan menos influencia sobre Armenia lo que lamentablemente abre las puertas de Turquía, un país que no tenía influencia en el Cáucaso Sur. Prácticamente desde el siglo XVII, cuando llegó el Imperio Ruso a la región, Turquía o el Imperio Otomano dejó de tener peso en la zona y si bien Occidente no quiere darle poder a Ankara a pesar de estar en la OTAN, lo que busca empecinadamente es minimizar la influencia de Rusia e Irán en la región y quien los ayude a llevar agua para su molino es considerado útil para esos intereses, debemos entender eso.
—¿Cómo trabaja la FRA-Tashnagtsutiún en el actual contexto?
—Tenemos una fuerte presencia en casi todas las comunidades del mundo con oficinas de Causa Armenia operando activamente. Nuestro lobby necesita una Armenia fuerte y no una Armenia colgada de Turquía. Necesitamos un país fuerte económicamente y democrático que también sirva a los intereses de Irán, de Rusia y de Occidente. El lobby que hacemos está en esta línea. Lo que recogemos de los distintos gobiernos es que no pueden hacer y exigir más que lo que el propio gobierno armenio quiere y eso es una gran traba para nuestros trabajos. Eso es lo que dicen los países con los que hablamos ya sea de un lado o del otro pero están dispuestos a ayudarnos. Es fundamental tener un gobierno nacional más firme y exigente que trabaje planificadamente y defendiendo los intereses de nuestro pueblo.
En Artsaj, tratamos mantener la unidad a pesar de ser oposición allí también. Trabajamos muy bien con los tres partidos de la oposición y tenemos una relación muy fluida con los expresidentes de Artsaj, con Arkadi Ghukasian, con Bako Sahakian y con Rubén Vardanyan. Nos consultamos permanentemente y obviamente mantenemos relaciones con el Gobierno a través de los ministerios y oficinas estatales. Nuestro principal objetivo es mantenernos fuertes y unidos y solidarios en ese frente y no dividirnos. Luchamos fuerte ante la coyuntura que nos toca vivir en Artsaj. El enemigo exige muchos sacrificios y creemos fundamental que los habitantes de Artsaj permanezcan firmes y convencidos sin que los venza el miedo y la desesperación. No debemos bajar los brazos y ni claudicar en los en nuestros derechos.
—¿Cómo ves la diáspora armenia?
—Después de la guerra, en la diáspora hay un poco de desconcierto ya que después de 30 años en los que siempre hablamos de Armenia y de Artsaj la gente está afectada por los resultados y los acontecimientos que son poco alentadores. Entonces hay que reformular la función de la diáspora ya que hay muchas ideas y voces que dicen que hay que enfocarse nuevamente en ella y ocuparse de su la vida comunitaria, reforzar los colegios, hacer hincapié en lo cultural. Es entendible para el corto plazo porque es verdad que es necesario fortalecernos para las futuras generaciones y transmitirles nuestros valores y reclamos pero no estamos de acuerdo con olvidarnos de Armenia y de Artsaj y concentrarnos solo en nuestras comunidades diaspóricas. Eso no está bien. Nuestra visión en panarmenia, general y abarcativa.
Últimamente las necesidades pasaron por fortalecer las comunidades de Siria y el Líbano. En el caso de Siria, por la extensa guerra civil y por el terremoto. En el caso del Líbano por la grave crisis social y económica que está atravesando. En ambos casos Turquía está muy presente, de una forma o de otra. Trabajamos mucho con las instituciones afines (Homenetmen, HOM, Hamazkaín) para mantener firmes nuestras estructuras. En cuanto a la situación del Tashnagtsutiún en estos países, a pesar de la notable migración producida en esas comunidades, podemos decir que seguimos fuertes. Los que trabajan, los que están al frente de todo siguen siendo nuestros compañeros y compañeras apoyados siempre por la masa de seguidores. En relación al resto de la diáspora, en el mundo occidental, debemos marcar que en muchos lugares estamos viendo que los que llegan de Siria y el Líbano están agrandando y fortaleciendo las nuevas comunidades y esa realidad es una nueva oportunidad para los colegios y para la vida cultural y política. Como sabrán, nuestra otra gran función, además de la organización de las comunidades a través del fortalecimiento de las instituciones para facilitar la vida comunitaria, es nuestro trabajo por la Causa Armenia (Hai Tad). En ese sentido, nuestra maquinaria, ya sea en Sudamérica, en los Estados Unidos, en Canadá, en Bruselas, en Medio Oriente, en Rusia, Europa, etc., es una de las tareas más importantes que sólo realiza nuestro partido y es un trabajo coordinado e inmenso que se hace notar. Por lo general, en todas las comunidades la juventud está entorno a estas tareas gracias a los programas de pasantías, etc. Y estamos seguros que es una tarea que debemos fortalecer y aumentar esta veta. En relación a Latinoamérica, en especial, se debe hacer más fuerte el lobby ya que se hace un muy buen trabajo.
—¿Cómo evalúa la situación de la FRA-Tashnagtsutiún en Sudamérica luego de participar de la 81° Asamblea General?
—Después de participar de la Asamblea entendí que uno de los principales desafíos para la región es seguir trabajando con los jóvenes, con grupos juveniles, para preparar a los dirigentes del futuro. Sobre esto, la Asamblea realizó un serio análisis y se tomaron decisiones muy importantes ya que se le dedicó un tramo importante de la reunión. Creemos que las posibilidades son muy grandes viendo la cantidad de jóvenes agrupados en las distintas instituciones como Homenetmen y en los colegios. Simplemente debemos atraerlos a la causa y ponerlos a trabajar con nosotros. En cuanto a la tarea de Causa Armenia creo que aquí hay un potencial enorme para llegar a buen puerto. Esas son las dos líneas de trabajo y los grandes desafíos a mi forma de ver.
Sudamérica es una región que marcó la historia de los reclamos del pueblo armenio, estos son hechos trascendentales que no pasan desapercibidos. El reconocimiento de Uruguay de 1965 fue un inicio; el de la Argentina fue una ley como pocas por su formato y por su fuerza. Más allá de la embestida turco y azerbaiyana, Sudamérica se sostiene solidaria a la Causa Armenia y eso es, en gran medida, por el esfuerzo de nuestros compañeros y los simpatizantes de nuestra organización. Ese es el otro desafío que se viene: sostener la lucha, ese es el gran potencial que tenemos, la capacidad de dar esa lucha.
Nuestra fuerza radica en la ideología y la organización. Tenemos disciplina y somos una fuerza muy bien organizada. Tenemos seguidores y organizaciones afines, eso es un capital que otros (armenios o no), no tienen. En la realidad armenia actual no hay otra organización con seguidores y disciplina que hace lobby en el campo de la Causa Armenia, entonces nuestro poder está en la organización y en las nuevas fuerzas que se incorporan desde la juventud y desde el Badanegan Miutiún. Eso nos hace ser como somos y aunque no nos conozcamos, siendo de lugares diferentes, los valores que nos rigen hacen que no seamos desconocidos entre nosotros. Somos una fuerza global, estamos en la diáspora y en Armenia. Eso es una particularidad de nuestra organización y es fruto de una decisión.
En cuanto a la ideología y nuestros reclamos, somos un partido que trabaja y cuida los intereses de todo el pueblo armenio sin separar los intereses del gobierno de turno de los intereses nacionales. Los intereses de Armenia no son distintos a los intereses de la diáspora y los intereses de Artsaj no son distintos a los de Armenia para nosotros. La ideología no se agota en nuestra postura de defensa nacional, como algunos dicen. La FRA-Tashnagtsutiún, claramente, imagina una alternativa que conduzca a su pueblo con progreso pero con justicia social y con unidad. Nuestro acercamiento a los temas es en base a nuestra ideología, nuestros reclamos en base a nuestros principios es panarmenio y eso es un valor importante y esa es una pequeña y gran diferencia entre nosotros y otras fuerzas políticas que quizás ganan elecciones y son gobierno pero están basados en el carisma de una persona. Pasan y se van, son movimientos electorales que cuando termina el período de gobierno se pierden. En cambio la FRA-Tashnagtsutiún no es un movimiento populista, es un movimiento ideológico.