Reflexión sobre el presente y el futuro de Armenia
Una cita atribuida a Frederic Jameson y Slavoj Zizek, citada además en el Realismo Capitalista de Mark Fisher, dice: “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”. Estamos frente a una dicotomía: mundo y capitalismo, y ambos con un “fin”.
Por una parte, el fin del mundo, que para nosotros los armenios está representada en el panturquismo, es decir, el movimiento cuya concreción implicaría necesariamente eliminar el territorio de Armenia, su cultura, su gente y sus tradiciones.
Este fin del mundo armenio lo hemos sufrido a lo largo de toda la historia: desde las primeras invasiones, como la asiria del año 1114 a.C., hasta las más recientes, como la de Azerbaiyán en 2022, que ha penetrado territorio armenio soberano reconocido internacionalmente. Pero aprendimos a mantenernos en pie.
Por otro lado está el capital, tan amigo como enemigo. Amigo de Armenia, porque facilita nuestro desarrollo, y en momentos de tensión nos permite defendernos. Pero a la vez, nuestro principal enemigo, ya que el conflicto permanente no nos permite generarlo internamente, pero tampoco afecta a la economía occidental, ni menos mundial; por ende, sin efecto en el capitalismo occidental, no pasa a mayores planos. Incluso me atrevo a declarar que el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán-Turquía es mirado por otros países como una pelea de niños, es decir, que se mantiene en un segundo plano, ya que, si no fuera así, diversospaísese instituciones, como la OTAN, la ONU o la Unión Europea, hubiesen manifestadosu preocupación, quizás habrían enviado tropas de paz e incluso habrían llegado a aplicar sanciones contra los estados agresores. Pero nada de eso ha sucedido. Pasan de largo porque el conflicto no toca el bolsillo occidental, a diferencia de la guerra ruso-ucraniana.
Ante esta situación cabe preguntarse ¿qué hacen los otros países al advertir las hostilidades, ataques y crímenes de guerra de Azerbaiyán?, ¿qué hace Naciones Unidas, o qué espera? ¿Acaso el petróleo y gas natural de Azerbaiyán es más importante que la vida inocente de armenios viviendo por milenios en sus territorios? Pues así parece ser. Las naciones se quedan estáticas, sin percatarse de la destrucción que perpetra Azerbaiyán en territorio de Armenia, con especial saña hacia los monumentos centenarios.
Por otro lado, la ONU protege los privilegios de occidente, e incluso aquellos situados fuera de occidente, si hay gas o petróleo de por medio. Vaya “coincidencia” que Azerbaiyán tenga petróleo justo en tiempos de tensión política e inflación económica. Los mismos síntomas se presentan en los medios de comunicación internacionales, que, con escasas excepciones, no han realizado nota o reportaje alguno acerca de estas agresiones. Surge entonces la misma interrogante: ¿por qué no hay información periodística sobre la invasión? Porque no genera ni mueve capitales; no le interesa al mundo porque “no vende” ni afecta el bolsillo; y si afecta, es solo a unos pocos.
Mark Fisher añade en el Realismo Capitalista que “el capitalismo se parece tanto a la Cosa en el film de John Carpenter del mismo nombre: es una entidad infinitamente plástica, capaz de metabolizar y absorber cualquier objeto con el que tome contacto”.
Es cierto. Nadie se involucra en el conflicto armenio porque no genera dinero. Pero el capital nunca descansa, y el capital que hay y que se mantiene, se utiliza, por ejemplo,en el aporte de dinero desde la diáspora para la defensa y recursos de Armenia, y en la compra de armas de Azerbaiyán a Israel.
¿La ONU realmente vela por la paz? Sí, si es que hay capital; no, si no lo hay. Solo basta ver a los diferentes dictadores que hay en Asia, y su constante violación de los derechos humanos. Ahí está Ilham Aliyev, presidente de Azerbaiyán, cuya familia ha regido el país desde hace 29 años, al mando de un gobierno que viola los derechos humanos mediante la censura a la prensa, la restricción de la libertad de expresión y la violación de las fronteras internacionales, como el caso de Armenia en 2022.
Hace pocos días se llevaron a efecto los juegos Navasartian de Sudamérica. En ese encuentro, un amigo me mencionó que la situación interna de Azerbaiyán está tan tensa y delicada que, para evitar cualquier revolución interna, el gobierno induce o comienza los conflictos con Armenia invadiendo su territorio soberano, desviando así la atención de su población.
Los armenios de la diáspora no podemos desmotivarnos ante estos hechos. Tras milenios de historia, Armenia seguirá existiendo sólo si los armenios, dondequiera que nos encontremos, asumimos como propia la tarea de conservar su subsistencia e integridad territorial. ¿Cómo podemos realzar Armenia en el escenario mundial? ¿Cómo podemos fomentar el capital en Armenia?
No decaigamos, somos armenios y armenias, vivimos gracias a la sobrevivencia y la lucha, continuemos lo que nuestros antepasados hicieron pero con más intensidad, informemos a nuestras amigos y cercanos. Rompamos el silencio que nos condena, por un gran ruido que esclarecerá lo que está sucediendo.
Vicente Smok Cantin
Estudiante de Psicología de la Universidad Andrés Bello de Viña del Mar