Rusia presiona a Armenia para obligarla a ceder ante el avance azerí

21 de agosto de 2024

Tras meses de silencio esta semana desde Moscú salieron a marcar la cancha para no perder influencia en el Cáucaso Sur. El gobierno armenio contestó y ya se abrió la caja de Pandora.

Finalmente, el oso se despertó del letargo y ahora quiere comerse la granada de un bocado. La noticia de la semana fue la visita oficial de dos días del presidente ruso Vladimir Putin a Bakú, en los que tuvo tiempo de pasar por todos y cada uno de los temas prioritarios de la agenda bilateral, obviamente con foco en el sector energético, pero también en temas de alcance regional.

Tal es así que, a sólo 24 horas del encuentro presidencial, Azerbaiyán pidió formalmente el ingreso al BRICS, el grupo de países emergentes formado inicialmente por Brasil, Rusia, India y China, al que luego se sumó Sudáfrica, y en enero pasado también adhirieron Irán, Egipto, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos. Arabia Saudita manifestó su deseo de integrarse en algún momento.

En las postrimerías del gobierno de Alberto Fernández, Argentina también había pedido entrar al bloque. Esa decisión quedó trunca sólo debido a que, en diciembre llegó al gobierno Javier Milei y el país desistió de seguir con el proceso. Si no tal vez, en un futuro muy cercano, Argentina y Azerbaiyán hubieran sido socios estratégicos.

El otro tema que derivó de las reuniones entre Vladimir Putin e Ilham Aliyev, se relaciona con la seguridad en el Cáucaso Sur y concretamente con el acuerdo de paz entre Armenia y Azerbaiyán.

Era cantado que algo se venía. Como desde hace al menos cinco años, cada vez que Azerbaiyán lanza una ola de infundadas declaraciones en redes sociales sobre supuestos ataques armados por parte de Armenia en la frontera hacia las posiciones azeríes, luego se viene una nueva avanzada por parte del régimen autoritario de Aliyev.

Mentira como política oficial

El fin de semana se difundieron desde Bakú noticias falsas en ese sentido, desmentidas una vez más por el Ministerio de Defensa de Armenia. Inmediatamente se conoció la intención de la jugada.

Primero fue Putin el que señaló que Rusia estaba dispuesta a colaborar para que se llegara a la firma del tratado de paz y la delimitación de la frontera interestatal entre Armenia y Azerbaiyán.

Con tono cínico, el mandatario señaló que la Federación Rusa está lista para colaborar en la firma del tratado de paz. “Si podemos hacer algo para llegar a la firma de un acuerdo de paz entre Azerbaiyán y Armenia, para llevar el trabajo a la delimitación y demarcación de las fronteras, como les hemos hablado repetidamente, avanzando en las direcciones relevantes en el campo de la logística y la economía, estaremos muy contentos por ello".

El pasado lunes destacó que "ayer (por el domingo) tocamos este tema y continuaremos hoy. Se refiere a la solución de la situación en el Cáucaso Meridional. Está claro, y todo el mundo lo sabe bien, que Rusia también se enfrenta a crisis, incluida, en primer lugar, la de Ucrania, pero la implicación histórica de Rusia en la situación en el Cáucaso Meridional durante los últimos años nos dicta la necesidad de participar en estos eventos, por supuesto, en las condiciones en que lo soliciten las partes, sin lugar a dudas”.

Fue una forma sutil de meter presión al gobierno armenio para que se siente a negociar con Azerbaiyán, en los términos en que éste quiere, con foco en la apertura del autodenominado “Corredor Zangezur”, algo que Armenia siempre ha negado que haya sido tratado ni acordado en los más de tres años de encuentros bilaterales con la contraparte azerí.

Casi en simultáneo el que elevó la temperatura fue el canciller ruso Sergei Lavrov, que literalmente acusó a Armenia de “sabotear” el acuerdo por no aceptar el desbloqueo de las comunicaciones y las redes logísticas a través de Syunik.

Armenia se defiende

La respuesta de la cancillería armenia fue contundente, en el sentido de que la declaración del funcionario ruso “pone en duda la participación constructiva de la Federación de Rusia en el proceso de regulación de las relaciones entre Armenia y Azerbaiyán”.

Y fue un paso más allá. “El ministro de Asuntos Exteriores del Estado que firmó la declaración del 9 de noviembre (que fijó el alto el fuego de la Guerra de los 44 días) y, basándose en ella, desplegó una fuerza de paz en la región, no puede dejar de ver que no hay un solo punto clave de esa declaración que no sea irrevocablemente violado, a pesar de la firma de Rusia y participación y responsabilidad de Rusia en los procesos previstos por ella”.

No está claro si está declaración de fuerza del gobierno tendrá o no consecuencias en el plano militar en la región, pero ciertamente marca un cambio de actitud del gobierno frente al que fuera su antiguo aliado por décadas, pero que literalmente traicionó a Armenia, al menos en tres aspectos.

Rusia no intervino militarmente ante el ataque turco-azerí a Artsaj y especialmente la invasión de más de 200 mk2 de la República de Armenia, por parte de tropas azeríes, aunque era una obligación que se desprendía de asistencia militar mutua en el marco de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC).

Además, le vendió armamento pesado a Azerbaiyán antes y durante la guerra y frenó el envío a Armenia de armamento que Ereván había pagado por anticipado, lo que generó un crédito con Rusia por US$ 400 millones, que según algunas fuentes todavía no fueron reembolsados por Moscú.

En tercer lugar, y mucho más grave es el incumplimiento de las funciones de las fuerzas de paz rusas desplegadas en Artsaj, luego del firmarse el acuerdo trilateral de cese el fuego el 9 de noviembre de 2020, y que obligaban a mantener abierto y bajo control ruso el corredor de Lachín.

Como todo el mundo sabe, Azerbaiyán estableció un puesto de control ilegal en Lachín en diciembre 2022, bajo la mirada cómplice de los soldados rusos, lo que dio lugar al literal encierro de 120.000 armenios en Artsaj, a los que se les impedía el acceso a alimentos, medicinas, atención médica y a moverse libremente. 

Luego de 10 meses de bloqueo, Azerbaiyán bombardeó a la población civil hambreada y forzó la limpieza étnica de Artsaj, mientras los rusos tomaban vodka y miraban para otro lado.

Una oportunidad

En este contexto, la apelación de Sergei Lavrov al acuerdo trilateral del 9 de diciembre que él mismo firmó y violó, abre inesperadamente una oportunidad para Armenia.

Si el escenario de discusión vuelve a ser el acuerdo trilateral, y si Armenia logra negociar con inteligencia y perseverancia, Azerbaiyán debería retroceder varios casilleros de los zarpazos dados en los últimos tres años.

Por empezar, debería liberar a todos los prisioneros (punto 8), algo que Armenia hizo inmediatamente, pero Azerbaiyán retiene más de 30 personas en cautiverio, incluidos representantes del gobierno de la autoproclamada República de Artsaj.

Pero además Armenia debería poner sobre la mesa el cumplimiento del punto 6, que establece la garantía de seguridad a los armenios de Nagorno Karabaj, que además deberían poder volver a sus hogares.

“Según lo acordado por las Partes, dentro de los próximos tres años, se esbozará un plan para la construcción de una nueva ruta a través del Corredor de Lachin, para proporcionar una conexión entre Nagorno-Karabaj y Armenia, y las fuerzas rusas de mantenimiento de la paz serán posteriormente reubicadas para proteger la ruta”, dice el mencionado punto 6.

También el cumplimiento de este apartado: “La República de Azerbaiyán garantizará la seguridad de las personas, vehículos y carga que se desplacen a lo largo del corredor de Lachin en ambas direcciones”. 

Mientras que el punto 7 dice explícitamente: “Los desplazados internos y los refugiados regresarán al territorio de Nagorno-Karabaj y zonas adyacentes bajo la supervisión del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados”.

El punto 9 es el que quiere imponer Azerbaiyán en relación a la conexión con Najicheván. “Sujeto a un acuerdo entre las Partes, se garantizará la construcción de nuevas comunicaciones de transporte para unir la República Autónoma de Najicheván con las regiones occidentales de Azerbaiyán”. Como se ve en lo que está firmado y tiene fuerza legal, no menciona ningún corredor Zangezur y además dice que debe haber acuerdo entre las partes.

Carlos Boyadjian

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