Sobre encuentros cercanos que no son de ciencia ficción
Es evidente que desde hace un año, es decir desde el comienzo de la última guerra de Artsaj, Turquía y Azerbaiyán han asumido un rol activo en la región. Aquí es necesario hacer una aclaración: todas las voces que dentro y fuera de Armenia aseguraban que ni Bakú ni mucho menos Ankara se involucrarían en un nuevo conflicto armado, quedaron totalmente descolocadas por un exceso de confianza o por no lograr una lectura precisa de los frágiles equilibrios políticos en la región.
Más aún, todas aquellas voces -como las de la actual embajadora de Armenia en los EE.UU. o del presidente de la Comisión de Defensa del Parlamento- que se alzaron diciendo que en caso de guerra Turquía no intervendría activamente en favor de Azerbaiyán, fueron literalmente barridas por el protagonismo turco durante el conflicto armado a nivel logísitco, armamentístico, de personal militar propio o de los más de 7 mil mercenarios reclutados.
Paradójicamente, esos funcionarios gubernamentales armenios no sólo no han salido a rendir cuentas o a responder por esas declaraciones –intencionadas o no- realizadas semanas antes de la guerra, sino que han sido mantenidos en sus puestos o han sido promovidos a cargos importantes, como la representación diplomática de Armenia en Washington...
Hecha la aclaración, volvamos a los vecinos de uno y otro lado. Lo de “una nación, dos Estados” parece ser un buen eslogan, pero más que nada para consumo interno. La realidad es que el régimen azerí no se atreve a mover ficha sin el visto bueno de Turquía. Y ésta, para mantener las apariencias, deja en claro –en boca de su ministro de Relaciones Exteriores- que toda decisión en cuanto a la “normalización” de relaciones con Armenia se tomará de común acuerdo con el gobierno de Aliyev.
Los objetivos políticos turcos (de Ankara y de Bakú) están más que claros. Sus representantes se encargan de recordarlo al más alto nivel en cada una de sus declaraciones, ya sea en el recinto de la Asamblea General de la ONU o ante los principales medios de prensa internacionales. La apertura del “corredor” de Syunik (o Zankezur, como ellos prefieren llamarlo) es la prioridad principal. De más estaría explayarnos sobre las más que evidentes intenciones de unir Bakú con Najicheván y ésta con Turquía a través de la frontera terrestre común. Es el sueño turco de los últimos cien años.
Claro que el detalle de llamarlo “corredor” tiene su lado oculto (el diablo se esconde siempre entre los detalles, dicen) pues implica lisa y llanamente que ese trozo de territorio de 40 kilómetros no estará bajo el control directo de las fuerzas de seguridad de Armenia. Más aún, significará no sólo la pérdida de la soberanía armenia sobre una porción de su territorio nacional sino lo que es peor, la anulación y pérdida total de la frontera sur con Irán, de capital importancia para los intereses estratégicos armenios.
Pero los objetivos turcos no se limitan a la concreción del plan panturánico. Para llegar a normalizar las relaciones con Armenia, es necesario –dicen- cumplir también con las siguientes condiciones: reconocer oficialmente y sin reparos que Artsaj es parte integrante de Azerbaiyán (Aliyev no se cansa de declarar que el concepto “Nagorno Karabaj” ha desaparecido), reconocer oficialmente y sin reparos los límites de la actual Turquía (es decir, renunciar definitivamente a la Armenia occidental) y condenar al olvido el tema del reconocimiento del Genocidio (o en el mejor de los casos, dejarlo en manos de “historiadores”). Una pichincha.
¿Se atreverá el gobierno de Pashinyan a cumplir con esas condiciones? Es lo que cada armenio hoy se pregunta. Lo cierto es que según fuentes no oficiales, sólo durante el transcurso de este año el primer ministro de Armenia ha mantenido tres encuentros cercanos (¿del “tercer tipo”?) con emisarios directos de Erdogán: uno en Kazán (Rusia), el segundo en Almaty (Kazajstán) y el tercero –hace pocos días- en Batumi (Georgia). La diplomacia secreta avanza a toda máquina aunque todavía no hay “fumata blanca”, sino expresiones tales como “señales positivas” que se envían cual ramos de flores una parte a la otra.
Lo cierto es también que el tiempo le corre en contra a Pashinyan quien más pronto que tarde deberá decidir sobre esta cuestión (si es que ya no lo ha hecho) para entrar de lleno en la “nueva era de paz y prosperidad” económica que le espera a Armenia una vez abiertas las fronteras y las comunicaciones. Analistas políticos y periodistas se preguntaban en los últimos días si el mandatario armenio está intentando ganar tiempo para amortiguar las posibles reacciones internas o si el motivo de la espera es obtener algún tipo de “concesión” de parte de sus interlocutores...
Si algunos piensan que con el “corredor” y con el resto de las condiciones impuestas hemos llegado al final de las aspiraciones turcas, pues sencillamente se equivocan. Una vez adueñados de ese “corredor” le llegará el turno a toda la región de Syunik, esa espina clavada entre los dos Estados. Las inversiones y la ocupación económica no significan problema alguno. El ejemplo de la turquificación económica y política de Batumi y de toda la región de Ayaria en Georgia está bien presente. Lo peor es que la despoblación armenia de Syunik irá –ya está- en aumento y no tardarán en aparecer en la región condados o ciudades de población turco-azerí que pretende “volver a su tierra natal”. En cuestión de años, un referéndum le dará la autonomía a esa población mayoritaria “oprimida” y andá a cantarle a Gardel...
Y nuevamente, si algunos creen que con olvidarnos de la región de Syunik todo volverá a su cauce “normal”, pues simplemente carecen de conocimientos de historia o no han escuchado bien a los líderes turco-azeríes. Una vez ocupado el “Zankezur occidental” le llegará el turno al “Azerbaiyán occidental”, nada más ni nada menos que el lago Seván y hasta “Eriván”, esa ciudad “históricamente azerbaiyana”. De allí a la turquificación total de Armenia habrá sólo un paso. Sin hablar de los centenares de miles que tratarán de abandonar el país en búsqueda de horizontes más seguros.
¿Una película de ciencia ficción? En absoluto. El guión del filme está listo y a la espera de la producción. Y dinero no les falta.
Ricardo Yerganian
Exdirector de Diario ARMENIA