Tanner Akcam: El “Sherlock Holmes” turco del Genocidio Armenio que descubrió la evidencia perdida
Durante más de un siglo, Turquía ha negado cualquier papel en la organización de la matanza de los armenios a la cual los historiadores han aceptado por mucho tiempo como un genocidio que comenzó en 1915, mientras la Primera Guerra Mundial se extendía a través de los continentes. La narrativa turca de negación se ha basado en el argumento de que los documentos originales de los tribunales militares de la posguerra que condenaron a los planificadores del genocidio no se encontraban en ninguna parte.
Ahora, Tanner Akcam, un historiador turco de la Universidad Clark en Worcester, Massachusetts, que ha estudiado el genocidio durante décadas reuniendo documentos de todo el mundo para establecer la complicidad estatal en los asesinatos, dice que ha desenterrado un telegrama original de los juicios, en un archivo del Patriarcado armenio de Jerusalén.
“Hasta hace poco, faltaba la pistola humeante”, dijo Akcam. “Este es el arma humeante.” Él llamó a su hallazgo “un terremoto en nuestro campo”, y dijo que esperaba que eliminara “el último ladrillo en la pared negacionista”.
La historia comienza en 1915 en una oficina en la ciudad turca de Erzurum, cuando un alto funcionario del Imperio Otomano envió un telegrama en código secreto a un colega en el campo, pidiendo detalles sobre las deportaciones y asesinatos de los armenios en Anatolia oriental, la parte más oriental de Turquía contemporánea.
Más tarde, una copia descifrada del telegrama ayudó a condenar al funcionario, Behaeddin Shakir, por planear lo que los estudiosos han reconocido desde hace tiempo y Turquía ha negado desde hace tiempo: el asesinato organizado de hasta 1,5 millones de armenios por los líderes del Imperio Otomano, reconocido como el primer genocidio del siglo XX.
Y luego, como si nada, la mayoría de los documentos originales y los testimonios jurados de los juicios desaparecieron, dejando a los investigadores dependiendo principalmente de los resúmenes del periódico oficial otomano.
Akcam dijo que tenía pocas esperanzas de que su nuevo hallazgo cambiara inmediatamente las cosas, dada la firme política de negación de Turquía y especialmente en un momento de turbulencia política cuando su presidente, Recep Tayyip Erdogan, se volvió más nacionalista.
Pero el trabajo de Akcam ha sido marcar, hecho por hecho, documento por documento, las negaciones de Turquía. “Mi firme convicción como turco es que la democracia y los derechos humanos en Turquía sólo pueden establecerse frente a la historia y reconocer las faltas históricas”, dijo.
Él amplió su argumento diciendo que gran parte del caos que se apoderó del Oriente Medio hoy es resultado de la desconfianza entre las comunidades sobre las faltas históricas que nadie está dispuesto a enfrentar.
“El pasado no es pasado en Medio Oriente”, dijo. “Este es el mayor obstáculo para la paz y la estabilidad en el Medio Oriente”.
Eric D. Weitz, profesor de historia en el City College de Nueva York y experto en el Genocidio Armenio, llamó a Akcam “el Sherlock Holmes del genocidio armenio”. “Él ha acumulado pista sobre pista sobre pista,” agregó el profesor Weitz.
Exactamente dónde estuvo el telegrama todos estos años, y cómo Akcam lo encontró, es una historia en sí misma. Con los nacionalistas turcos a punto de apoderarse del país en 1922, los dirigentes armenios en Estambul enviaron veinticuatro cajas de registros judiciales a Inglaterra para su custodia.
Los registros fueron guardados allí por un obispo, luego llevados a Francia y, más tarde, a Jerusalén. Han permanecido allí desde la década de 1930, parte de un enorme archivo que en su mayoría ha sido inaccesible para los estudiosos, por razones que no están del todo claras. Taner Akcam dijo que había intentado durante años obtener acceso al archivo, sin suerte.
En cambio, encontró un registro fotográfico del archivo de Jerusalén en Nueva York, guardado por el sobrino de un monje armenio, ahora muerto, que fue sobreviviente del genocidio.
Mientras investigaba el genocidio en El Cairo en la década de 1940, el monje, Krikor Guerguerian, se reunió con un antiguo juez otomano que había presidido los juicios de la posguerra. El juez le dijo que muchas de las cajas de expedientes habían terminado en Jerusalén, así que el religioso fue allí y tomó fotos de todo.
El telegrama fue escrito bajo el encabezado otomano y codificado en letras árabes; Los números de cuatro dígitos indican las palabras. Cuando Akcam lo comparó con los códigos ya conocidos del Ministerio de Interior Otomano de la época, hallados en un archivo oficial en Estambul, encontró una coincidencia, aumentando la probabilidad de que muchos otros telegramas usados en los juicios de la posguerra pudieran algún día ser verificados de la misma forma.
Para los historiadores, los casos judiciales fueron una pieza de una montaña de evidencia que surgió a través de los años -incluyendo informes en varios idiomas de diplomáticos, misioneros y periodistas que fueron testigos de los acontecimientos como sucedieron- que establecieron el hecho histórico de los asesinatos y los calificaron como genocidio.
Turquía ha resistido durante mucho tiempo la palabra genocidio, diciendo que el sufrimiento de los armenios se había producido durante el caos de una guerra mundial en la que los musulmanes turcos enfrentaron dificultades también. Asimismo, Turquía afirmó que los armenios eran traidores, y había estado planeando unirse a Rusia, entonces enemigo del Imperio Otomano.
Esa posición está profundamente instalada en la cultura turca -es estándar en los programas escolares- y las encuestas han demostrado que la mayoría de los turcos comparten la posición del gobierno.
“Mi enfoque es que no importa cuántas pruebas pongas delante de los negacionistas, los negacionistas seguirán siendo negacionistas”, dijo Bedrós Der Matossian, historiador de la Universidad de Nebraska y autor de “Shattered Dreams of Revolution: From Liberty to Violence in the Late Ottoman Empire” (Sueños Destrozados de Revolución: de la libertad a la violencia en el ex Imperio Otomano)
El genocidio se conmemora cada año el 24 de Abril, el día en 1915 que un grupo de notables armenios de Estambul fueron rodeados y deportados. Fue el comienzo de la enorme operación de asesinato, que incluyó marchas forzadas al desierto de Siria, ejecuciones sumarias y violaciones.
Hace algo más de dos años, el Papa Francisco se refirió a los asesinatos como un genocidio y se enfrentó a una tormenta de críticas desde Turquía. Muchos países, entre ellos Francia, Alemania y Grecia, han reconocido el genocidio, provocando cada vez enfrentamientos diplomáticos con Turquía.
Estados Unidos no se refiere al episodio como un genocidio, pendiente de no alienar a Turquía, un aliado de la OTAN y socio en la lucha contra el terrorismo en Oriente Medio. Barack Obama usó el término cuando era candidato a presidente, pero se abstuvo de hacerlo mientras estaba en el cargo.
Este año, docenas de líderes del Congreso han firmado una carta en la que instan al presidente Trump a reconocer el genocidio. Pero eso es improbable, sobre todo después de que Donald Trump felicitara recientemente a Recep Tayyip Erdogan por ganar poderes ampliados en un referéndum que los críticos dicen que estaba marcado por el fraude.
El Sr. Shakir, funcionario otomano que escribió el telegrama incriminatorio descubierto por el Sr. Akcam, había huido del país cuando el tribunal militar lo condenó y lo sentenció a muerte en ausencia.
Unos años más tarde, fue ajusticiado a balazos en las calles de Berlín por dos armenios descritos en un artículo de The New York Times como “hombres delgados, subdimensionados y morenos acechando en una puerta”.
Fuente: “The New York Times