Tesoros del Madenatarán o lo que Aliyev nunca podrá presumir ni comprar con petrodólares

14 de junio de 2024

Más de 23.000 manuscritos medievales son parte del acervo cultural armenio, incluso reconocido por la Unesco como parte del programa Memoria del Mundo.

El edificio del Instituto de Manuscritos Antiguos Mesrob Mashtóts, más conocido como Madenatarán -también lo verán escrito como Matenadarán, por la escritura del armenio oriental, aunque la fonética es la misma-, puede verse casi desde cualquier punto de la ciudad de Ereván, y simboliza en el mismo complejo tres conceptos que definen el pasado y el presente del pueblo armenio.

Por un lado, el instituto alberga en la actualidad unos 23.000 manuscritos medievales, la mayor colección de ese complejo arte de escribir e ilustrar textos a mano anteriores a la invención de la imprenta de tipos móviles por parte de Johaness Güttenberg en el siglo XV.

Casi podría decirse que es un caso único en el mundo de un museo-instituto de investigación especializado en preservar y exhibir manuscritos completos o fragmentos de manuscritos de la Edad Media.

Sólo cuentan con un espacio comparable el Museo Metropolitano de Nueva York (Met Museum), la Biblioteca de la Cornell University, también en la Gran Manzana, a los que se suma The Walters Art Museum en Baltimore y The J. Paul Getty Museum en Los Ángeles, California. Pero la particularidad es que en todos estos casos se trata de colecciones puntuales o incluso pabellones dedicados a manuscritos, pero no de todo el patrimonio de los centros.

Foto: Rubén Aguilar Valenzuela

Así, el caso del Madenatarán es único el mundo. O casi. Guarda claramente la mayor colección de manuscritos medievales armenios, pero hay una colección de manuscritos ilustrados también en el Patriarcado armenio de Jerusalén, específicamente en la Iglesia de Surp Torós, que alberga unas 4.000 piezas, mientras que en la Congregación Mekhitarista de la isla de San Lázaro en Venecia, hay unos 3000 manuscritos y unos 2000 fragmentos, según estudios privados, aunque fuentes de la congregación estiman la colección en unas 4500 piezas.

Preservación y resiliencia

El segundo simbolismo del Museo de Manuscritos Antiguos de Ereván es que su historia y trayectoria es una pequeña muestra del esplendor de la civilización armenia en el Medioevo, y un testimonio de la supervivencia de la cultura armenia, que explica en gran medida la supervivencia del propio pueblo armenio, sometido durante centurias a ataques del poderío persa y otomano.

En tercer término, los tesoros que pueden encontrarse en su interior, todos estudiados y catalogados, son únicos en el mundo y producto del desarrollo cultural, artístico, lingüístico y religioso de los armenios a lo largo de los tiempos.

Ningún poder fáctico ni potencia hegemónica en la zona, independientemente de los recursos económicos y militares de que disponga, puede arrogarse semejante pasado cultural en Asia Menor ni el Cáucaso Sur.

Del mismo modo, que ningún otro pueblo, salvo los griegos, pueden presumir de tener el oráculo de Delfos o el Partenón. O salvo los italianos, en tanto descendientes directos de los romanos, pueden exhibir con orgullo un Coliseo, el Arco de Constantino o las ruinas del Foro Romano.

Tesoro invaluable

El Instituto de Manuscritos Antiguos Mesrob Mashtóts o Madenatarán fue inaugurado en 1959, sobre la base de la nacionalización de la colección de la Iglesia Armenia, que estuvo guardada por años en Echmiadzín. Madenatarán es una palabra compuesta, que deriva de madeán (libro) y darán (lugar o repositorio).

En el frente puede verse una gran estatua de Mesrob Mashtóts, el inventor del alfabeto armenio en el año 406, quien aparece en la escultura junto a su discípulo Koriún. Mashtóts, además fue el inventor de los alfabetos georgiano y de la Albania Caucásica, muy a pesar de la retórica azerí de pretender ser sucedáneos de los albanos. Pero ésta es otra historia.

La primera crónica sobre la existencia de manuscritos armenios data del siglo V, con la mención que hizo el historiador Ghazar Parpetsí de un repositorio en el Catolicosado de Echmiadzín en Vagharshapat. Pero lo cierto es que durante casi un milenio se perdió el rastro de esos manuscritos, hasta que en el siglo XV el Catolicosado regresó a Echmiadzín desde Sís en Cilicia.

En 1981 los lingüistas e investigadores Gevorg Abgarian y Raphayel Ishkhanian, revelaron que varios complejos monásticos albergaron en la época medieval colecciones enteras de manuscritos. Es el caso de los madenatarán de los monasterios de Geghard, Haghpat, Hromklá, Kecharís, Pardzrapert, Saghmosavank, Sanahiny Tatev.

El Madenatarán cuenta con una colección de textos religiosos y teológicos (Evangelios, Biblias, homilías y libros litúrgicos) pero también textos de historia, geografía, matemáticas, astronomía, cosmología, filosofía, medicina, alquimia, música, gramática, pedagogía y hasta poesía y textos literarios.

En el museo está la biblia (Avedarán) más pequeña del mundo, una edición entra en el bolsillo de una camisa, y otra de grandes proporciones (de 50x70 cm) pero partida en dos pedazos.

Según especialistas del Madenatarán esa Biblia fue cortada adrede, para reducir el peso, poder transportarla y preservar cada pedazo en una iglesia distinta en tiempos del genocidio. Gracias al cuidado de una anciana, que guardaba una de las partes, pero sabía que existía la otra, con los años pudieron reunirse ambos trozos de Biblia y hoy se exhiben juntos en el Madenatarán.

Además, hay un pabellón con muestras de pigmentos naturales, derivados de plantas y flores, semejantes a los que utilizaban los artistas en el Medioevo para ilustrar los manuscritos o decorar las letras (trchnakír) o capitulares.

En el Instituto de Manuscritos Antiguos se conservan escritos de los historiadores clásicos y medievales como Movsés Jorenatsí, Yeghishé y Koriún. También escritos de Krikor Naregatsí y Nersés Shnorhalí, claves en la literatura armenia medieval, entre muchas otras joyas del arte armenio.

También cuenta con copias de Urpatakirk, el primer libro impreso armenio en Venecia, 1512; también hay copias de Azdarár, el primer periódico publicado en Madras (India) de 1794 a 1796 y el primer mapa en armenio, impreso en Amsterdam en 1695.

Hay que aclarar que, si bien es mucho lo que se conserva, y en general en buen estado, también es mucho lo que se perdió irremediablemente, en especial durante el genocidio 1915-1923, pero también durante las masacres hamidianas de fines del siglo XIX e incluso antes durante las guerras entre turcos y rusos y entre éstos y los persas.

En diciembre de 1920, sólo dos semanas después de la sovietización de Armenia, el nuevo gobierno provisional dictó un decreto que nacionalizaba todas las instituciones educativas y culturales de Armenia, y declaró que el repositorio de Echmiadzín pertenecía era “propiedad de los trabajadores de Armenia”.

El gobierno también ordenó en marzo de 1922 que losmanuscritos de Echmiadzín, que habían sido enviados a Moscú durante la Primera Guerra Mundial fueran devueltos a Armenia.

Con el tiempo también llegaron manuscritos que habían estados en custodia del Instituto Lazarev de Lenguas Orientales de Moscú, el Seminario Nersisian y la Sociedad Etnográfica Armenia, ambos en Tbilisi, la capital de Georgia, y el Museo Ereván de Literatura. Y empezaron a llegar donaciones de coleccionistas privados, con lo cual se llega a la cifra actual de 23.000 manuscritos medievales, probablemente un récord mundial.

Carlos Boyadjian
Periodista

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