Turquía destruye el Kurdistán y el mundo entero guarda silencio
En los años 90, las Fuerzas Armadas turcas solían quemar pueblos kurdos; hoy queman ciudades kurdas. Este mes, en tres barrios (Tekel, Konak y Mescit) de la ciudad kurda de Silván, en la provincia de Diyarbakir, se declaró el toque de queda y sufrieron ataques de soldados turcos entre los días 3 y 14. Se cortaron las líneas telefónicas, el agua y la electricidad.
Dichos barrios, asediados por vehículos blindados policiales, fueron bombardeados a continuación por tanques y artillería que disparaban desde las colinas. Muchas casas fueron alcanzadas por los proyectiles; algunas de ellas fueron incendiadas.
Representantes de la oficina del gobernador de Diyarbakir afirmaron que las operaciones militares tenían como objeto “retirar las trincheras y barricadas” levantadas por algunos jóvenes kurdos, pero según informaciones procedentes de Silván, en realidad la operación parecía tener como finalidad una limpieza étnica de la población nativa de la localidad, los kurdos, que llevan en ella más de dos mil años.
Firat Anli, alcalde de Diarbekir, declaró a la agencia de noticias Firat (ANF): No podemos recibir ningún tipo de información de esos barrios. No podemos enviarles comida ni ayuda humanitaria. No tenemos noticias de la situación de los pacientes de diálisis, niños o ancianos… Los han desconectado del resto del mundo.
Edip Erk, exdiputado del prokurdo Partido Democrático Popular (HDP), manifestó a la agencia de noticias Bianet: En esos barrios han estado tres diputados del HDP. Dicen que hay muchos heridos. Incluso las leyes marciales permiten que los heridos sean trasladados a los hospitales, pero en Silván [las autoridades turcas] no lo están permitiendo. Los servicios públicos de esos barrios, como el centro de salud, están cerrados. Hay una gran escasez de alimentos. Hemos informado a las autoridades de que querríamos enviar un camión con comida, pero aún no hemos recibido respuesta por su parte, así que el camión sigue esperando. El jefe de Policía de la ciudad nos dijo que él no estaba dirigiendo la operación, sino el Ministerio. Es una operación militar. Esto solía ser como una cárcel abierta; ahora es un centro de tortura abierto.
Los agentes de operaciones especiales de la Policía dijeron a los habitantes de la localidad, desde sus mezquitas y vehículos blindados, que evacuaran los barrios o les dispararían a todos. Si los kurdos salían de sus casas, les dispararían. Si se quedaban en ellas, los bombardearían.
Silván no ha sido el primer objetivo de los militares turcos tras las elecciones del 7 de junio. Muchos pueblos y ciudades que son bastiones del movimiento nacionalista kurdo (como Diarbekir, Cizre, Sirnak y Hakari) han sido atacados.
“Ésta debe de ser la nueva Turquía que prometían”, comentó Abdalá Zeydan, diputado de la ciudad de Hakari. “Ahora atacan y hieren incluso a los miembros del Parlamento. No sé de dónde sacan esta fuerza. Antes de las elecciones, el AKP prometía estabilidad y paz; su idea de ellas es emplear la violencia contra parlamentarios”. Ziya Pir, diputado del HDP, explicó que un representante del Ministerio del Interior le dijo: “Borrarán del mapa estos tres barrios de Silván (…) Equipos de operaciones especiales disparan a todo lo que vean que está vivo”.
Pir añadió que sus conversaciones con las autoridades no dieron resultado; el gobernador y el gobernador del distrito les dijeron que habían recibido órdenes “de autoridades superiores”.
Sin embargo, la oficina del gobernador de Diarbekir anunció: Se han tomado todas las precauciones en el centro de la ciudad para asegurar la vida y la propiedad de los ciudadanos, para mantener la paz y estabilidad, proteger a los ciudadanos de toda clase de actos terroristas y garantizar la seguridad y el orden conforme a la legislación pertinente.
Los medios progubernamentales celebraron los ataques. El periódico Haberturk, por ejemplo, informó con entusiasmo: “En Silván ha comenzado una gran operación en la que intervienen tanques”.
Silván se ha convertido en una ciudad fantasma. Al parecer, 20.000 personas han huido de una ciudad de 86.600 habitantes. Y, tras Silván, el nuevo objetivo del Gobierno es la localidad kurda de Nusaybin: el 89,4% de su electorado votó por el partido prokurdo HDP en las elecciones del pasado día 1°. El día 13 se decretó el toque de queda en la localidad, y aún sigue vigente. La gente está atrapada en sus casas.
Ramazan Kaya, médico del Hospital Estatal de Nusaybin, dijo a la BBC que uno de sus parientes tuvo que meter a su hijo en la nevera para bajarle la fiebre.
La Policía dispara a quien sale de su casa. Selamet Yesilmen, una embarazada de 44 años, madre de cinco hijos, fue abatida por un tirador el 15 de noviembre. Dos de sus hijos resultaron gravemente heridos y fueron hospitalizados. Yilmaz Tutak, que trató de acudir en su ayuda, también resultó herido de un disparo por la Policía.
Tahir Elci, presidente del Colegio de Abogados de Diyarbakir, confirmó que dispararon a Yesilmen con un arma que emplea unas balas empleadas por tiradores, más rápidas y que explotan en el cuerpo.
El 18 de noviembre Hasán Dal, de 45 años, fue asesinado en el jardín de su casa. De momento han resultado heridas 13 personas. Una de ellas es Gule Tutak, madre de Yilmaz Tutak, a la que la Policía había matado anteriormente.
Es el segundo toque de queda decretado en la localidad desde las elecciones del 7 de junio. El primero fue declarado el 1 de octubre y duró seis días. Ahmet Sonmez, de 61 años, y Sahin Turan, de 25, resultaron muertos por la Policía.
La mayoría de la población de estas localidades ha resistido las décadas de asimilación impuesta por el Estado turco. Sigue hablando kurdo, y sigue reclamando derechos nacionales y autogobierno. Son razones suficientes para que Ankara considere que estas poblaciones son enemigos que deben ser destruidos.
El Estado turco nunca ha tratado a ningún grupo no turco o no musulmán de forma ética o justa. El asesinato y la destrucción se han convertido en tradiciones seculares del dominio turco. Hoy en día, en Turquía la opresión a las minorías no ha disminuido en absoluto.
Hace cien años, el régimen otomano masacró a los armenios, a los griegos de Anatolia y a los asirios mientras el mundo, en su mayor parte, guardaba silencio. Ahora les ha llegado el turno a los kurdos, y el mundo sigue callado.
Uzay Bulut
Periodista turco