Un clamor en verso
En tierras de Artsaj, hogar de historia,
Donde cantan montañas, donde resuena la gloria,
Los hijos de Armenia, con raíces profundas,
hoy lloran su tierra, con heridas rotundas.
El viento del este trae voces de llanto,
de pueblos forzados, de un destierro en quebranto.
Azerbaiyán los expulsa, la justicia se eclipsa,
Y el mundo, en silencio, en su hipocresía se encripta.
Así como en Ruanda, la sangre se vertió,
O en Bosnia, donde el odio la paz silenció,
Los armenios de Artsaj enfrentan la misma cruz,
En una sombra oscura, de un poder obtuso.
Los países civilizados, con su mirada perdida,
Ignoran el dolor, priorizan la mercancía ardida.
El petróleo mancha manos, tuerce voluntades,
Y el sufrimiento humano, lo cubren con formalidades.
La ONU, en su trono de papeles y promesas vacías,
Ve pasar la injusticia, su poder es fantasía.
Una burocracia inerte, sin alma ni dirección,
mientras pueblos enteros sufren desolación.
Bajo el disfraz del Medio ambiente,
Azerbaiyán seduce a occidente
Los defensores de la democracia participan indolentemente
De la conferencia de partes en un país con libertad ausente.
¡Oh, justicia, te hemos perdido! ¿Dónde está tu balanza?
Mientras el dolor avanza, mientras el odio danza.
Los niños de Artsaj lloran por un hogar robado,
Por una paz prometida, que nunca ha llegado.
Levantemos la voz, en un grito compartido,
Que el mundo despierte, que no quede escondido.
Que las lágrimas de los inocentes, sean nuestro estandarte,
Que la humanidad reaccione, que la verdad resplande.
Patricia Minoian