Vahagn Khachaturyan: “En la política hay que ser pragmático y el pragmatismo muchas veces no acepta emociones”
El presidente de Armenia Vahagn Khachaturyan brindó una entrevista a Diario ARMENIA el 11 de diciembre, en el marco de su visita a Argentina para participar de la asunción del flamante presidente Javier Milei. Durante la conversación, el mandatario se refirió a su encuentro con las nuevas autoridades argentinas, como así también con el presidente saliente Alberto Fernández, a quien le otorgó una Medalla de Honor por su aporte a la paz en el conflicto de Artsaj (Nagorno Karabaj). También habló sobre las perspectivas de cara a un futuro acuerdo de paz con Azerbaiyán y las distintas estrategias que adoptará Armenia para fortalecer su defensa nacional.
—¿Cómo fue el encuentro con con el nuevo Gobierno argentino y cuál va a ser este la estrategia Armenia para Sudamérica?
—Hay que separar a Argentina de América Latina porque con Argentina tenemos relaciones especiales. Podemos decir lo mismo de Uruguay. En cuanto a América Latina tenemos que hacer que nuestro trabajo sea más activo. En muchos casos nos parece que la presencia de la comunidad es suficiente como para tener relaciones estrechas, pero nos damos cuenta de que hay que tener relaciones también con las autoridades autoridades estatales de cada país, establecer relaciones y desarrollarlas.
Los últimos acontecimientos de 2020 nos demostraron que no hay países primarios y secundarios, tenemos que establecer relaciones con todos los países y si esas relaciones son cálidas aún mejor. En cierto sentido eso también depende de las posibilidades que tiene nuestro país. No podemos tener representación diplomática en todos los países y me refiero a Embajadas particularmente. Pero en todo caso, tenemos una Embajada en Argentina, en Brasil vamos a abrir una Embajada en Uruguay y tenemos que utilizar todo el potencial de esas Embajadas para estrechar las relaciones con los otros países de América Latina también. Reitero que este es un problema muy serio que nosotros como Estado tenemos que ser capaces de solucionar.
En cuanto a mi visita actual, se debe a la asunción del Presidente electo. La República de Armenia recibió una invitación oficial para participar en la ceremonia de juramento y por eso estoy acá. Tomando en consideración nuestras relaciones con la Argentina y también la presencia de nuestra comunidad en Argentina, consideramos conveniente venir y participar en la ceremonia. Fue muy acertada la decisión porque además de participar en la ceremonia también conocimos al nuevo Presidente.
Durante mi estadía noté que Argentina enfrenta graves problemas económicos y me convencí de que el actual Presidente tiene la voluntad y la determinación suficiente como para realizar los cambios que son necesarios -que por cierto, van a ser dolorosos pero necesarios-, para que la situación no empeore. Esto me recordó a la situación de Armenia en los años '90 y compartí con él mi experiencia.
Tuve una charla particular con él y también con el expresidente. Fue una buena oportunidad para agradecerle al Presidente saliente por haber alzado la voz en cuatro ocasiones en el último año sobre la situación de Artsaj y sobre los desplazados por la fuerza. Creo que el hecho de que él se pronunciara al respecto contribuyó y tuvo influencia en el desarrollo de la situación de manera positiva.
Este tipo de reuniones también nos permite reunirnos con los jefes de Estado de distintos países y en condiciones informales tratar diferentes asuntos. Tuvimos conversaciones bastante eficaces, por ejemplo con el Rey de España tratamos cuestiones relacionadas a la Unión Europea, con el Primer Ministro de Hungría abordamos tanto cuestiones problemáticas de la agenda bilateral como cuestiones referidas a la Unión Europea. Al presidente de Paraguay lo invité a viajar a Armenia y él demostró interés; resulta que también tiene conocidos entre los integrantes de la comunidad de Armenia. Eso significa que en todos los lugares en que la comunidad armenia está presente, se nos permite crear condiciones muy positivas para entablar lazos con las autoridades de dichos países.
—¿También se reunió con el Presidente de Ucrania?
—Sí, me reuní y conversé. Anteriormente se había reunido el Primer Ministro y el Canciller. Tenemos muchas cuestiones nosotros para tratar, especialmente relacionadas a la comunidad armenia de Ucrania donde viven 500.000 armenios. Es importante que Ucrania conozca y comprenda nuestra postura: nosotros en esa guerra no somos aliados de nadie. Siempre estamos dispuestos a demostrar ayuda humanitaria y lo hemos hecho enviando la asistencia humanitaria a Ucrania hace 2 meses.
—¿Cuáles fueron sus impresiones sobre la comunidad armenia de Argentina?
No es mi primera vez, con la comunidad me reuní por primera vez en 1997. En ese entonces noté su predisposición a apoyar y asistir a Armenia. Ahora, esa predisposición sigue presente.
Como Estado tenemos que definir qué es lo que esperamos de la diáspora. Actualmente tenemos dos problemas: uno es la cuestión de asistir a nuestros compatriotas de Nagorno Karabaj, en particular con inversiones a largo plazo de viviendas y construcción de casas. El Estado ya está haciendo asistencia diaria a través de un proyecto de 100 millones de dólares que se va a implementar hasta el mes de marzo para que las personas puedan pasar el invierno. Con este programa se les ayuda a pagar sus impuestos y se les otorga asistencia. Pero la perspectiva es solucionar definitivamente la cuestión de sus viviendas. Estamos ahora en este proceso y ahí vamos a necesitar serios medios económicos. Trabajamos tanto con las organizaciones internacionales como con los estados, la Unión Europea, y con las grandes organizaciones armenias de carácter benéfico, trabajamos todos en conjunto para hacer un programa en común para que cada uno no actúe por separado. Cuando el programa esté listo lo compartiremos a la sociedad.
El segundo aspecto refiere a las relaciones entre Armenia y la diáspora, ahí también hay que definir y hay que concretizar la situación. El pensamiento antiguo de que la diáspora siempre tiene que asistir económicamente es inaceptablemente en nuestra política actual. Hay que crear condiciones para que los integrantes de la diáspora quieran viajar, visitar Armenia, quieran emprender, invertir en Armenia, vivir a corto o a largo plazo simplemente porque estén interesados en Armenia. También estamos interesados en que la diáspora participe en nuestro gobierno y en nuestra administración trabajando en distintos ministerios e instituciones públicas. Tenemos una ese tipo de experiencia, en distintos misterios trabajan integrantes de la diáspora. Pero el número no es suficiente, tenemos que hacer que sean más activos porque ante nosotros está el reto de mejorar el nivel de nuestras instituciones estatales y en la diáspora hay muy buenos profesionales que pueden sernos útiles.
—En los últimos meses, figuras argentinas fueron claves para explicar al mundo lo ocurrido en Armenia y Artsaj, especialmente Luis Moreno Ocampo y el expresidente Alberto Fernández. ¿Cuáles son sus evaluaciones sobre este tema?
—Una cosa es cuando nosotros presentamos la situación y otra cosa es cuando lo hacen personas de otra nacionalidad. Me gustaría destacar especialmente cuando lo hacen profesionales de la calidad de Moreno Ocampo porque él formuló la cuestión no solamente desde el punto de vista político, sino desde el punto de vista jurídico y legal. Las formulaciones y conceptos que él utilizó después fueron citados por diversas organizaciones internacionales y por otros organismos.
En el caso de Alberto Fernández, él presentó la cuestión en foros como el G20 y las Naciones Unidas. Nosotros no tenemos acceso al G20 y él presentó la situación como a nosotros nos hubiera gustado que lo hiciera y lo hizo por por iniciativa y por voluntad propia. Estoy convencido de que su discurso en el G20 fue tomado como referencia por sus compañeros de dicha organización para formar una opinión sobre la cuestión. Comprendo que ahí está el factor de nuestra comunidad y quiero agradecerles particularmente por su dedicado trabajo. También está el trabajo de nuestra Embajada. Creo que este es el mejor ejemplo del trabajo sinérgico de la comunidad y la Embajada que juntos lograron que los profesionales argentinos se expresen al respecto. Una cosa es que nosotros presentemos la situación porque somos una parte interesada del conflicto y otra cuestión es que lo presenten terceras personas porque la comunidad lo recibe de otra manera cuando suena por parte de otras personas.
—Hablando sobre política internacional, en muchas ocasiones, el Gobierno de Armenia advirtió que Azerbaiyán incumplió los acuerdos firmados, sobre todo la declaración tripartita del 9 de noviembre de 2020. ¿Por qué el Gobierno de Armenia busca firmar un acuerdo de paz con un Gobierno al que ellos mismos acusan de incumplir los tratados internacionales?
—En la política hay que ser pragmático y el pragmatismo muchas veces no acepta emociones. Creo que no hay que ir muy lejos, hay hechos históricos que prueban lo que digo. Nuestros países y nuestra región necesitan paz. Para llegar a la paz tenemos que entablar conversaciones directas con Azerbaiyán, o indirectas con mediadores pero tratando ciertas cuestiones. Por supuesto que es muy doloroso que en el año 2022, cuando se cerró el Corredor de Lachin, nosotros no hayamos podido solucionar esa cuestión. No pudimos utilizar las posibilidades de nuestros países socios o explicarles que en el caso de que el Corredor de Lachin permaneciera cerrado, eso significaría que Artsaj se vaciaría de armenios prácticamente.
Proponíamos que vaya una una misión de monitoreo internacional a Nagorno Karabaj para evaluar la situación. Nosotros presentábamos una situación y Azerbaiyán presentaba otra. Necesitábamos una especie de juez para que diera una evaluación concreta. Lamentablemente no encontramos a nadie que realizara ese rol. Azerbaiyán asumió ese rol e intentó solucionarlo mediante la fuerza. Esto era previsible para nosotros. Lo sabíamos por experiencia propia, sabíamos que Azerbaiyán iba a actuar así. Pero muchos se sorprendieron con lo que sucedió el 19 de septiembre. Para una gran parte de la gente fue sorpresivo que sucediera algo de lo que nosotros llevábamos mucho tiempo hablando. En solo un par de días no quedó ningún armenio en Nagorno Karabaj.
Por supuesto que está la otra posición: No entrar en diálogo con Azerbaiyán o hacerlo con intermediarios y no hablar de nada, criticarlos todo el tiempo. No estoy convencido de que eso lleve a un resultado positivo, habría tensión constante entre nuestros países y esa tensión se profundizaría cada vez más. Nuestros países socios o quienes actúan como intermediarios dicen que la cuestión tiene que solucionarse a través de negociaciones, ya sea ambos países solos o con una tercera parte que esté como mediadora.
Esta es la situación y por eso nosotros habíamos expresado nuestra predisposición -y también lo reafirmamos después del 19 de septiembre-, de firmar un acuerdo de paz con ciertas condiciones que implicaban el mutuo reconocimiento de la integridad territorial, mencionando el territorio concreto de ambos países, en el caso de Armenia 29.800 km2 y en el caso de Azerbaiyán 86.600 km2. En segundo lugar, ninguno tenía que atentar contra la soberanía del otro país y por supuesto reconocer nuestra independencia mutuamente. Tenemos estos límites que son obligatorios para poder llegar a un acuerdo y en ese marco seguimos nuestro trabajo. Tenemos una gran esperanza de que llegaremos a firmar ese documento.
—En este contexto, hubo recientes declaraciones de Ilham Aliyev respondiendo a las compras de armas de Armenia. ¿Cómo se ubican en este contexto de estar negociando una paz y por otra parte boicoteando esa paz, al menos de palabra?
—Notás de manera correcta en cuanto a que boicotea Aliyev. Por lo menos oficialmente en dos ocasiones recibió invitación para asistir a eventos de la Unión Europea de alto nivel, pero no participó. Hay distintas evaluaciones en cuanto a por qué no participó. Hay diversas explicaciones, pero no quiero profundizar en eso. Lo que es evidente es que él hace un mes o hace dos evitaba sentarse en la mesa de negociaciones. Pero aún en ese periodo tuvo lugar un hecho: me refiero al último acuerdo sobre el intercambio de prisioneros de guerra. Y ahí hubo concesiones de parte nuestra y de parte de ellos. Pero llegamos a un acuerdo que ahora está en proceso de implementación. Y eso sucedió con la iniciativa de los gabinetes, de las autoridades de nuestros dos países sin la intervención de terceras partes. Esto nos permite pensar que se pueden realizar otros pasos hacia el proceso de la firma del acuerdo de paz.
En cuanto a las críticas sobre la compra de armamentos de Armenia por parte de Aliyev, hay que tomarlas como naturales. No iba a alabar esos tratados. Tiene que intentar también crear una especie de alivio para sí mismo, porque él también está en ese proceso. Ayer declararon que de Serbia van a comprar armamentos por 320 millones de dólares. Nosotros no nos involucramos en la compra de armamentos de parte de él. Y nosotros decidimos lo que necesita nuestro país para su seguridad y para su defensa. Lo que nosotros compramos de Francia y de India tiene un carácter defensivo, no son armamentos de ataque. No solo Azerbaiyán, sino todos los países vecinos tienen que entender que tenemos derecho a defender nuestro país, y esto no está prohibido por ninguna norma internacional. Realizamos nuestros derechos soberanos de reforzar la defensa de nuestro país y la seguridad.
—¿Y Rusia?
—Rusia no puede decir nada porque las posibilidades que teníamos de Rusia ahora no las tenemos. Nuestro problema era que habíamos creado una situación en la que dependíamos de un solo país. Y eso es un problema para todos los países, también lo sería para la Argentina y para cualquier otro país. No se puede tener tal magnitud de dependencia de un solo país en todos los asuntos. Llegamos a una situación en la que necesitábamos armamentos y nadie nos los proveía porque todos creían que era Rusia quien nos tenía que suministrar y no querían competir o molestar a Rusia. Pero Rusia no podía suministrar. Muy pronto encontramos alternativas y agradecemos que tanto en India como en Francia reaccionaron. Ahora también estamos celebrando acuerdos con otros países para nuevos tipos de armas.
Hay un hecho adicional que no sé si están al tanto: se decía que cuando nosotros comprábamos armas de Rusia se hacía con precios privilegiados y que Armenia no puede comprar armas con precios de mercado. Pero demostramos que Armenia es capaz de comprar armas con precios de mercado de distintos proveedores. Esto es atractivo. Y no es casual que muchos países nos propongan o nos ofrezcan armas. No es algo que nosotros les solicitemos, sino que ellos se ofrecen.
—La comunidad armenia estadounidense está buscando que Estados Unidos deje de proveer ayuda militar a Azerbaiyán y además están pidiendo sanciones contra las autoridades azerbaiyanas. ¿Armenia va a apoyar esto y buscar de sanciones internacionales contra las autoridades de Azerbaiyán?
—Tenemos que poder entender cuál es nuestro interés. En muchos casos, no entendiendo nuestro interés, terminamos sirviendo a los intereses de otros. Esto no es novedad. Hasta el país más amigo, el país vecino, tiene sus propios intereses. Tenemos que entender cuándo los Estados Unidos limitan la venta de armas a Azerbaiyán, ¿qué objetivos persiguen? Si el objetivo de esta decisión es defender la democracia en Armenia, para nosotros es por supuesto aceptable. Es importante. Tenemos que poder trabajar en ese sentido. Su propuesta no tiene que ser sin un propósito específico.
Por supuesto, nosotros también podemos solicitar a diversos países que empleen sanciones, ¿pero no molestaría eso a nuestro propósito principal, que se llama paz? Los Estados Unidos y muchos otros países en Europa declaran públicamente que están interesados en que se establezca la paz. Hay otro aspecto también. No significa que las declaraciones de Azerbaiyán no son 100% verídicas para nosotros. Necesitamos establecer confianza. Por supuesto que esa confianza no se va a recuperar en un día. Pero no tenemos que molestar, en el sentido de calcular tener los daños mínimos. Hay un factor importante y es que nosotros, ya sea en los Estados Unidos como en la Unión Europea, conseguimos socios muy concretos, cuya motivación principal en asistir a Armenia es asistir a la democracia. Por eso es muy importante evaluar y comprender si las autoridades de Armenia están dispuestas a transitar el camino de la democracia. Y da la impresión de que en ese cuestionamiento ya no hay signos de interrogación. Y por esas acciones no tenemos que alejarlos, sino acercarlos para que también nos sigan apoyando en las futuras reformas. Esta es la cuestión. Cualquier iniciativa que se realice de parte de los integrantes de las comunidades armenias en la diáspora y que nosotros también tengamos que hacer tiene que hacerse en el sentido de no molestar al proceso que ya inició, que es el proceso de la paz. En muchos casos nos dimos cuenta de que un gesto descuidado, una palabra descuidada, podía influir negativamente en todo el proceso.
Aprovechando la ocasión, también a ustedes les quiero reiterar que nuestras intenciones en cuanto al establecimiento del tratado de paz son sinceras. Y confiarles a ustedes y a sus lectores que todos necesitamos la paz por el futuro de la República de Armenia como Estado, como país. Estamos pagando un precio muy alto por eso, es un hecho. No quiero profundizar en por qué, pero sí quiero enfatizar en que estamos pagando un precio muy alto. Pero del otro lado de la balanza hay algo que tiene mucho más peso que es el Estado. Y que tanto los autores de hoy como los que vendrán después no tienen derecho a cuestionar de alguna manera la existencia de ese Estado. Tenemos que actuar con esta lógica en nuestra mente.