Versión de la realidad
Se dice que en la Diáspora viven siete millones de armenios, en Argentina cien mil, aunque no existen en la práctica más allá de sus apellidos, siendo activos no más que un par de miles. Esto mismo ocurre en todos los países, con excepción del Líbano y alguna otra región oriental. De manera que siendo realistas y objetivos de no fortalecer la República de Armenia, en pocas décadas la armenidad en el mundo será una reducida muestra de una raza ancestral.
Vemos con dolor el poco uso del idioma, la cada vez menor asistencia de alumnos de origen armenio a nuestras escuelas, la ausencia de fieles a nuestras iglesias, el debilitamiento en las muestras culturales, sostenida únicamente por un puñado de jóvenes que nutren aún los valores tradicionales y mantienen viva la llama evocativa del Genocidio Armenio.
En Armenia, la reflexión de alguien merecedor de ser escuchado era la siguiente: “El involucramiento de los miembros de la diáspora de manera económica, participativa o simplemente filosófica no alcanza al 10% de su totalidad, hay afortunadamente valiosos brotes que hacen disimular esta realidad, se siente armenio con toda pasión y orgullo actuando en consecuencia o no, es imposible obligar ingenuamente al indiferente sin interés o sentimientos al respecto”
Debo agregar: evaluando la capacidad económica, los niveles de educación, el poder creativo y las habilidades heredadas de los armenios del mundo, es realmente poco significativo lo que se vierte en la Madre Patria, es verdad que puntualmente hay valiosos ejemplos, pero no dejan de constituir una minoría en el plano general. Las dirigencias están debilitadas, los liderazgos que nos han caracterizado, ausentes u ocultos, las fuerzas convocantes adormecidas.
Repasar la historia, comprobando las pocas oportunidades de nuestro pueblo de vivir en libertad e independencia, ser poseedores afortunados de una República, debería ser el claro mensaje para valorar hoy al país de los armenios y para los armenios, patria joven con sus 26 años y mil promesas y desafíos por delante.
La historia nos ha dado una nueva oportunidad, depende de nosotros hacerla valer. Si tu corazón te dice algo, no dudes en actuar.